Así las cosas, a Rafael Caldera, en muchas ocasiones en su trayectoria vital, entre los años 1981-1993, le oí decir una importante y sencilla idea, clave que, para manejar la economía, había que tener dos criterios fundamentales para guiar y conducir la política económica: sentido común y crear confianza. Un político no muchas veces es un versado en economía, sin embargo, debe contar con las herramientas y con el arsenal teórico mínimo, para tener un conocimiento y compresión general, que le permita tener un rol adecuado y manejo en la dirección de la economía de un país. Rafael Caldera, lo tuvo, no sólo por las lecturas que hizo a lo largo de su proceso formativo, en sus años de juventud lo que aquilato su formación, sino, además, el manejo de la hacienda pública, lo que le dio una ventaja, por el conocimiento que adquirió, de la economía venezolana, de su sistema económico, el rol de sus actores y las relaciones entre ellos.
En la primera conferencia de 1972, en la de los exportadores expresa algunas ideas claves para entender el reto de las exportaciones no tradicionales a inicios de los años 70, en ese sentido afirma lo siguiente”… Pero la Venezuela del petróleo, en medio de los innegables aspectos de prosperidad que esta actividad económica le hadado, y dentro del proceso continuo de afirmación y crecimiento de la soberanía nacional en torno a nuestras riquezas naturales no renovables, ha venido tomando conciencia de que necesita diversificar sus exportaciones; de que tiene que salvar y consolidar sus antiguos renglones del campo, como el café y el cacao; que tiene que encontrar colocación en los mercados de los otros productos del medio rural, pero también el resultado de una industria manufacturera, cuyo crecimiento es necesario para lograr el desarrollo. Hemos vivido una etapa, dentro de la cual, a través del proteccionismo estatal, del espíritu de empresa de muchos venezolanos, de la presencia de capitales nacionales y extranjeros, y de la prodigiosa disposición de nuestro pueblo para convertirse, en brevísimo plazo, de antiguo y atrasado peón del campo en moderno y competente obrero industrial, se ha cumplido un jalón innegable dentro del aprendizaje y la participación de los mecanismos industriales, pero hoy estamos ante el problema, nada fácil, de transformar una política industrial orientada a la sustitución de importaciones, en una política industrial orientada a la producción para exportar. No queremos hacernos ilusiones ni pensar que la operación es sencilla: es difícil, pero hay voluntad, sinceridad y disposición para acometer esta tarea.
Los esfuerzos de la Asociación Venezolana de Exportadores han contribuido grandemente a demostrar que la aspiración no es imposible. Han obtenido, mediante iniciativas y actividades que es justo reconocer, resultados tangibles que abren caminos, y estoy seguro de que este será un Congreso serio, de estudio, y que sus conclusiones serán muy respetables. El gobierno que presido tiene interés en que los problemas se analicen a fondo, en que se examine lo bueno y lo malo, en que se observen los aciertos y los yerros, porque entiende que esta es la manera de lograr que el país conozca a fondo su verdadera situación y adopte, con claro juicio, las soluciones que haya menester. No tiene interés el gobierno en presentar únicamente los lados radiantes de nuestra economía, sino en que todo se examine, porque no queremos perder la confianza de la opinión pública en nuestra palabra, como la pierden, por cierto, aquellos para quienes no hay nada bueno, nada hay positivo, no se ha hecho absolutamente nada en el camino, y todo se mira, exclusivamente, por el lado —que siempre presenta cualquier acción humana— proclive a la censura, a veces, despiadada…” Importante idea fuerza de lo que será la política de exportaciones en esos años y que continua con esta idea clave que complementó con esta frase que cito in extenso ”… Pero, este problema de convertir toda una política industrial orientada a la sustitución de importaciones, en una acción vigorosamente enfocada hacia la producción para exportar, no solamente plantea en sí misma problemas que es necesario resolver, sino que tiene que hacerse sin crear crisis, sin engendrar desánimos, sin comprometer lo ya obtenido, y aquí está, precisamente, el acertijo que se presenta a la acción de los hombres, cuando dentro de la vida social tienen que realizar programas, no partiendo de la nada ni ignorando lo existente, sino cuidando y fortaleciendo lo que se haya obtenido para poder lograr las metas superiores.
Dentro de este camino, el gobierno nacional tiene interés en que los estudios se hagan, se conozcan, se divulguen y lleguen al fondo mismo de las cosas. Por esto, desde el primer momento en que empezó el actual período constitucional, una de nuestras primeras preocupaciones ha sido la de encargar a quienes puedan ayudarnos, el estudiar, observar y analizar nuestros hechos, y presentar las proposiciones que juzguen convenientes para analizarlas y discutirlas nosotros.
Estamos convencidos de que hay una serie de factores positivos para que la exportación venezolana aumente; tenemos fe en la capacidad de nuestros empresarios, en el coraje con que se enfrentan a una realidad siempre cambiante, en su desprendimiento de viejos cartabones y en su actitud siempre dispuesta a marchar con entusiasmo hacia la conquista de un mundo distinto. Sabemos que la misma existencia de nuestra exportación petrolera nos garantiza un sistema monetario de libre convertibilidad, con divisas suficientes para obtener la maquinaria indispensable y para renovarla; que tenemos, por diversos conceptos, asegurado el financiamiento que pudiéramos necesitar en el momento en que nuestras actividades se encaminaran, en una forma decidida, hacia resultados tangibles y prácticos. Y debo repetir, además, que dentro de estos factores positivos está el del trabajador venezolano. Debo decirlo, porque a veces leemos afirmaciones como ésta que indudablemente no corresponde a la realidad: la industria venezolana, se dice, tiene capital eficiente, maquinaria relativamente muy buena, tecnología relativamente avanzada, pero su mano de obra es, en la mayoría, analfabeta. Esto no es cierto, la mano de obra que tiene Venezuela es inteligente y capaz, y los grandes esfuerzos que ha venido soportando el Estado para impulsar la educación popular, nos han ofrecido como respuesta un elemento humano cuyo rendimiento puede compararse, en términos iguales y hasta favorables, con el de cualquier otro en condiciones similares.”.
Este Congreso en ese sentido, marcó para el porvenir la política que se trazó en los años por venir, que se materializó, en el informe Merhav de 1973, que fue núcleo de la política pública de exportaciones no tradicionales hasta la década de los 90, ya en otro contexto y condiciones diferentes con la adhesión de Venezuela, al GATT en los 90, cuando pasamos a otra etapa.
En la siguiente conferencia, la de los economistas a partir de esta idea expresada en su discurso-conferencia inaugural, del congreso de economistas, dejó algunas ideas fuerza para el debate en el seno del congreso: el estudio de una nueva metodología para la estimación de los precios constantes y el PTB hoy PIB, la calificación de la definición de gastos de inversión, gastos corrientes y la definición de ingreso fiscal, entre otros, y dejó sentado, que conocía muy bien la obra de Alberto Adriani Mazzei, de entre otros economistas y en este evento, se pudo observar la influencia que la obra póstuma del insigne y eminente venezolano la leyó, que conformó y cimento pues, sus ideas sobre economía a partir de mediados de los años 30 a raíz de la lectura de este y otros economistas que leyó y conoció luego en los años por venir.
Rafael Caldera, no fue economista, fue jurista. Así las cosas, tenemos varios testimonios que nos pueden dar una hoja de ruta de su pensamiento y visión económica. Influenciado por la doctrina social de la Iglesia. Observaba a la economía, como una ciencia social dirigida a la persona humana, como lo planteó a lo largo de toda su parábola vital en forma coherente y congruente.
En ese sentido, a ello debe unirse, posteriormente, su experiencia en el manejo del aparato del estado y de gobierno, que notablemente le permitió tener un conocimiento más profundo y pericia de primera mano, de la Hacienda Pública, del rol del Estado y de las cuestiones económicas. La obra intelectual en esta materia de Caldera se puede empezar a rastrear desde los discursos en el Congreso de 1939 hasta 45 ó los discursos de la Constituyente de 1947 y el Congreso elegido en 1948 y luego de 1958 en adelante, luego de la transición democrática.
Igualmente, los artículos publicados en El Heraldo, El Nacional, y El Universal. Que lo llevó a tener una visión económica con fuerte acento en lo social y donde el papel del estado, juega un papel rector, pero sin atosigar al empresariado privado nacional e internacional, bajo el principio de subsidiariedad.
Tenemos otras hojas de ruta de su pensamiento económico. Su discurso de inauguración del evento de la creación Federación Latinoamericana y del Caribe de Exportadores en agosto de 1970, otro, en la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX) el 5 de noviembre de 1973.También, en la inauguración del primer Congreso de los Economistas el 19 de julio de 1973 (aquí citado). Su discurso en la inauguración de la Torre del BCV en septiembre de 1973. También el folleto publicado por el Banco Central en 1975, sobre varias conferencias dictadas sobre Petróleo y Justicia Social Internacional. Además, sus intervenciones en las distintas asambleas de la CTV y Fedecámaras entre otras, son muestras de su visión económica-política también.
En materia económica y petrolera, el libro denominado: La Nacionalización del Petróleo de 1975. Más recientemente, su conferencia en el King’s College de Londres en 1986, sobre America Latina, La Democracia y Europa, publicado en la Revista Política Internacional N°5, también su discurso publicado en Política Internacional N°20 sobre América Latina frente al año 2000, además, su disertación en New York en julio de 1992, publicado en Política Internacional N° 27 sobre Democracia y Desarrollo.
Además, en su discurso de toma de posesión de 1994 y varias intervenciones entre 1994 y 1998, de naturaleza económica. Enumero algunas de ellas, la conferencia dada en el Seminario del The Economist en mayo de 1995, clave para entender la visión de Caldera sobre la economía, a mediados de los años 90, su discurso en junio de 1995 con motivo de los 25 años de la creación de la CAF y la importante alocución de abril de 1996 sobre la Agenda Venezuela, son contribuciones político-intelectuales, porque allí se observa la visión económica más contemporánea en los años noventa, que tiene sobre el hecho económico y sus vicisitudes.
Tenemos pues, un rico acervo de ideas sobre economía, finanzas públicas, rol del Banco Central, desarrollo, petróleo, comercio exterior, privatización. Y hay un dato concreto de realización en materia de política pública: la denuncia del Tratado Comercial de 1936 con los Estados Unidos, hecha en 1972, la Nacionalización del Gas y la Ley de Reversión petrolera, la creación del ICE, la promulgación de la Ley de Incentivos a las Exportaciones y del Fondo para el Fomento de las Exportaciones, todos en el primer gobierno del Dr. Rafael Caldera, que crearon la base institucional para incentivar el comercio exterior venezolano que poco a poco fue creciendo hasta que a mediados de los 90, en su segunda administración, tomo la decisión de fusionar el ICE con el Ministerio de Fomento y crear el Ministro de Industria y Comercio que fortalecerá aún más el andamiaje del sector exportador no tradicional, venezolano. Venezuela llega a exportar a finales del año 1998, casi 7.300 millones de dólares representando para aquel entonces el 25% de las exportaciones totales del país.
Rafael Caldera, si se quiere tuvo un pensamiento económico heterodoxo, ecléctico, por ello, vertebro unas ideas centrales en la controversia del estatismo y mercado, debate que nunca rehuyó (no fue estructuralista, ni liberal) ubicado en un punto medio donde la economía tenía un papel social que cumplir, con presencia activa del Estado, lo que le valió no pocas críticas y mofas de economistas neoliberales venezolanos, marxistas conversos al neoliberalismo y del extranjero (Domingo Cavallo). No fue dogmático. No vivió ninguno de los booms petroleros (que han sido tres) de la historia contemporánea económica venezolana, inclusive en su último gobierno, el precio del petróleo oscilo entre 8 a 10 US$ dólares el barril.
Manifestó en vida la importancia de la economía como ciencia social y del papel de los economistas, trató de acopiar un sereno y mesurado pensamiento económico. Algunas propuestas tienen plena vigencia hoy en día.
Aprovecho la oportunidad por ser está la última columna del año para desearle a mis apreciados lectores de El Universal, una Feliz año 2026, mucha salud y un mejor país del que tenemos hoy en día, es nuestro sincero deseo. Un fuerte abrazo para todos.
jesusmazzei@gmail.com