Francisco Fonseca: Juntos no hay asedio que nos venza
Forma parte la violenta “Doctrina Monroe”, pero en una versión grotesca que el trumpismo ha desempolvado
Opinión.- Cerramos este 2025 en resistencia. Estamos bajo una de las escaladas más agresivas de la última década: el recrudecimiento del asedio de EE.UU. contra Venezuela, un síntoma de la desesperación del norte frente a un mundo que ya no le obedece. Hemos visto con indignación el vil despliegue militar en el Caribe que busca hostigarnos.
Forma parte la violenta “Doctrina Monroe”, pero en una versión grotesca que el trumpismo ha desempolvado. La propuesta tan clara como aterradora no es más que la colonización económica y militar de América Latina; hablan de tomar nuestros recursos, de controlar nuestras rutas y de imponer gobiernos títeres bajo la premisa de “América primero”. Es la pretensión de retroceder la historia doscientos años; es lo que hemos advertido siempre.
Mientras acá resistimos, lamentablemente Chile dio un giro hacia el pinochetismo. La reciente victoria de la extrema derecha en este país es una señal de alerta para toda la región, porque también es el regreso de un discurso que reivindica el autoritarismo y el neoliberalismo contra la memoria de los pueblos. No olvidemos que la derecha no descansa y que sus planes conservadores siguen estando en marcha.
Pero no todo son sombras. En este cierre de año, quiero recordar la anécdota que cambió el rumbo del siglo XXI en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005. Mientras George W. Bush intentaba imponer su tratado de “libre comercio”, en el estadio mundialista se alzaba una voz que retumbó: la del comandante Hugo Chávez, con su camisa roja y su pasión desbordada, junto a Néstor Kirchner y Lula da Silva.
Chávez no solo dio un discurso; dio una lección de dignidad. Ese día sentenció: “¡ALCA, ALCA, al carajo!”. En ese momento, Venezuela y sus aliados no solo vencieron a un tratado comercial, sino que enterraron la prepotencia imperial y abrieron la puerta a la verdadera integración: la CELAC, la UNASUR y el ALBA. Aun cuando falta mucho camino por recorrer, vale la pena reconocer que la única forma de frenar la nueva “Doctrina Monroe” es volviendo a ese espíritu de unidad indomable. Si estamos juntos, no hay asedio que nos venza ni bota que nos pise.
Piratas del Caribe
Al final de esta semana volvimos a presenciar otro acto de agresión por parte de los “piratas del Caribe”: un nuevo buque petrolero fue robado y secuestrado frente a nuestras costas, por parte de EE.UU.
Desde esta trinchera suscribimos lo expresado en un comunicado, por nuestra cancillería: “La República Bolivariana de Venezuela denuncia y rechaza categóricamente el robo y secuestro de un nuevo buque privado que transportaba petróleo venezolano, así como la desaparición forzada de su tripulación, cometidos por efectivos militares de Estados Unidos de América en aguas internacionales (…) El modelo colonialista que pretende imponer el Gobierno de los Estados Unidos con este tipo de prácticas fracasará y será derrotado por el pueblo venezolano”.
También, hace unos días, Donald Trump se quitó la careta y aseguró que el petróleo venezolano le pertenecía. Y es que durante más de una centuria, la relación energética entre Estados Unidos y Venezuela no fue un simple intercambio comercial, sino una estructura diseñada meticulosamente para el saqueo.
Desde las primeras concesiones de asfalto en el siglo XIX hasta la nacionalización de 1975, las transnacionales estadounidenses operaron bajo un esquema legal hecho a su medida; muchas veces redactado por ellas mismas y validado por gobernantes complacientes. No fue hasta la promulgación de la Ley de Hidrocarburos de 2001 cuando el comandante Chávez comenzó a revertir esta lógica (¿Recuerdan que después vino el paro petrolero y el golpe de Estado?) y con esta ley se estableció el control estatal total sobre la industria como un imperativo de seguridad nacional. Esto ha significado que el imperialismo nos colorara en su punto de mira, demostrando que el control sobre el “oro negro” sigue siendo el verdadero motor detrás de la retórica política yanqui.
Así que todas y todos alerta ante las verdaderas intenciones estadounidenses de volver al pasado para apropiarse de nuestros recursos naturales.
Entretanto, nos vamos a la pausa navideña con la satisfacción del deber cumplido y la mirada puesta en un 2026 que exigirá más organización, más conciencia y más amor por la patria. ¡Venceremos!