Opinión
Luis Eduardo Martínez: “El espíritu de Numancia”, una doctrina para la resistencia frente a la agresión imperial
UNA PRECISION: Soy desde muy joven militante orgulloso de Acción Democrática, el Partido del Pueblo, el cual desde sus orígenes se proclamó nacionalista, revolucionario, policlasista, antiimperialista y anti feudal
22 de diciembre de 2025
Opinión.- Por siglos, los imperios de cualquier signo, han intentado imponer la narrativa que su dominio es tan positivo como inevitable. Ante tal, quienes se han resistido han sido considerados irracionales, obstinados e incluso suicidas.
 
La desaparecida Numancia, una pequeña ciudad de la hoy España, ejemplifica la negación radical de la anterior lógica imperial. El espíritu de Numancia no es una anécdota de siglos atrás, es una doctrina para la resistencia, plenamente vigente frente la agresión que ya acumula una década de los Estados Unidos contra nuestra querida Venezuela.

Roma no destruyó Numancia por razones de seguridad ni por un desafío real a su poder. La destruyó porque su sola existencia se oponía al principio fundamental del imperio: que nadie podía negarse a obedecer y a tributar. De manera similar, Venezuela no es objeto de sanciones y un asedio creciente por representar una amenaza, mucho menos por ser una pieza relevante del narcotráfico sino porque posee las reservas petroleras más importantes del planeta y a la par grandes yacimientos de gas y minerales.

El cerco impuesto a Numancia encuentra hoy su equivalente en el acorralamiento económico, financiero y petrolero contra Venezuela. Se trata de una estrategia clara de guerra no convencional cuyo objetivo no es castigar al gobierno de Nicolas Maduro sino quebrar la moral de un pueblo, provocar una explosión social y forzar un cambio de régimen funcional a los intereses imperiales. Estados Unidos ha perfeccionado esta forma de dominación: ya no necesita ocupar territorios con sus ejércitos; le basta con controlar el sistema financiero internacional, las cadenas de suministro, los organismos multilaterales y el relato mediático global.

El espíritu de Numancia se hace presente en la negativa venezolana a capitular. No aceptar tutelajes ni imposiciones desde el extranjero, no entregar recursos estratégicos ni renunciar a la autodeterminación constituye un acto político consciente y obligante. Venezuela, como Numancia, entiende que la rendición no derivará en bienestar, sino en subordinación perpetua. La historia demuestra que cada concesión a un imperio es seguida por nuevas exigencias, nuevas condiciones y nuevas formas de dependencia.

El conflicto entre Venezuela y Estados Unidos es el primer capítulo del corolario Trump de la Doctrina Monroe, base para la “Estrategia de Seguridad Nacional 2025” de USA. De imponerse luego tocará turno a Nicaragua, Cuba y Colombia, más temprano que tarde México y Brasil y al final todo el continente, “su” continente. En verdad se trata de una confrontación entre imperialismo y soberanía popular tras un proyecto de recolonización que busca reordenar el control energético y geopolítico de América.
 
Es hora que comience a entenderse lo tanto que significa la resistencia venezolana para el mañana latinoamericano y caribeño: se trata de una necesidad histórica. Defender nuestra soberanía es defender la independencia misma para las generaciones venideras del subcontinente.

Por cierto, asumir el espíritu de Numancia no significa ignorar las dificultades ni dejar de lado nuestra visión que es distinta a la del oficialismo venezolano. Si implica reconocer que, en determinadas coyunturas, la dignidad nacional está por encima de las diferencias.
 
El espíritu de Numancia es ética política de la no rendición frente al imperialismo. Numancia fue destruida físicamente, pero derrotó moralmente a Roma al demostrar que el poder absoluto no puede doblegar la voluntad de un pueblo que se precia de sí mismo.
 
Los venezolanos, las venezolanas, unidos, enfrentando juntos la agresión estadounidense haremos historia, conquistando una victoria que con la soberanía nos garantizará la Paz, fortalecidos todos en el espíritu de Numancia.

Por Luis Eduardo Martínez
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Editoría de Notitarde