Opinión
Jorge Rodríguez: El ser venezolano como soberanía
En su intervención, Rodríguez no se limita a hablar de soberanía territorial o de integridad del Estado
21 de diciembre de 2025
Opinión.- Las declaraciones de Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, en el marco del Consejo Nacional de Soberanía y Paz, pueden leerse no solo como una respuesta institucional ante la escalada de presión externa contra Venezuela, sino como una defensa explícita del ser venezolano como identidad histórica, cultural y política; así lo reseñó Hinterlaces.

En su intervención, Rodríguez no se limita a hablar de soberanía territorial o de integridad del Estado. Su discurso apunta a un plano más profundo: la preservación de los valores, la memoria colectiva y la identidad nacional-popular frente a intentos sistemáticos de deslegitimación y erosión simbólica provenientes del exterior.

La soberanía como defensa de la identidad nacional

En el discurso de Jorge Rodríguez, la soberanía no aparece reducida a una noción estrictamente jurídica o territorial. Se presenta como una condición necesaria para la existencia misma de una identidad nacional autónoma y singular.

Defender la soberanía, en este marco, implica defender la capacidad del pueblo venezolano de reconocerse a sí mismo como sujeto histórico, con valores propios, cultura política propia y derecho a decidir su destino sin tutelajes extranjeros. La amenaza no es solo al control del territorio o de los recursos, sino a la continuidad de un proyecto nacional con rasgos propios.

Desde esta perspectiva, las presiones externas se interpretan como intentos de fragmentar, no solo al Estado, sino al vínculo simbólico que articula a la sociedad venezolana como comunidad política.

El Consejo Nacional de Soberanía y Paz como espacio de resguardo identitario

La activación del Consejo Nacional de Soberanía y Paz adquiere, bajo esta lectura, un significado que trasciende lo administrativo o institucional. Se configura como un espacio de protección del orden simbólico nacional, donde la defensa del país se vincula explícitamente con la defensa de la paz, la convivencia y los valores compartidos.

El énfasis en la paz no debe interpretarse como debilidad, sino como un componente central de la identidad nacional que el discurso busca preservar. Frente a narrativas externas que asocian a Venezuela con caos, violencia o criminalidad, Rodríguez contrapone una imagen de país que se reconoce a sí mismo como comunidad cohesionada, con voluntad de convivencia y estabilidad.

Amenaza externa y erosión del imaginario nacional-popular

Uno de los elementos más relevantes del discurso es la identificación de una amenaza que no se expresa únicamente en términos militares o económicos, sino también simbólicos y culturales.

Las acusaciones que criminalizan al Estado venezolano, que presentan al país como fallido o que reducen su identidad a estigmas asociados al delito, operan como mecanismos de deshumanización colectiva. En este sentido, no buscan solo justificar sanciones o bloqueos, sino debilitar la autoestima nacional y erosionar el sentido de pertenencia.

Rodríguez coloca este fenómeno en el centro del análisis, al sugerir que la agresión externa apunta a destruir la identidad nacional-popular como sujeto político legítimo.

El pueblo como sujeto histórico y cultural

A lo largo de su intervención, el discurso construye al pueblo venezolano no como masa abstracta, sino como sujeto histórico portador de valores, memoria y cultura. Esta construcción es clave para entender el alcance del mensaje.

Defender la soberanía, en este marco, equivale a defender la continuidad de una experiencia histórica compartida, con raíces culturales profundas y con una forma específica de entender la política, la solidaridad y la vida colectiva.

La amenaza, por tanto, no es solo al gobierno o a las instituciones, sino al pueblo como entidad histórica y cultural.

La lucha por nuestra identidad

Leído desde esta perspectiva, el discurso de Jorge Rodríguez en el Consejo Nacional de Soberanía y Paz constituye una respuesta integral a una amenaza multidimensional. No se limita a la defensa del territorio o del orden jurídico, sino que articula una defensa del ser venezolano como identidad nacional-popular.

Frente a intentos de imposición externa que buscan redefinir a Venezuela desde categorías ajenas y deslegitimadoras, el discurso reafirma la existencia de una comunidad política con valores propios, memoria histórica y derecho a preservar su cultura y su identidad.

En este sentido, la intervención de Rodríguez no solo responde a una coyuntura internacional, sino que se inscribe en una disputa más profunda: la que enfrenta a los pueblos que buscan preservar su identidad frente a dinámicas de dominación que aspiran a disolverla.

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VÍA NT
FUENTE Hinterlaces