Opinión
Julie de Romero: Nochebuena
No siempre las cosas de Dios llegan fáciles
17 de diciembre de 2025
Opinión.- Nochebuena, así se le ha llamado a una noche que cambió a la humanidad. Una noche cualquiera para los hombres, pero agendada por Dios para la llegada de su hijo a la tierra. Un poema escrito en el cielo, escenificado en la tierra. Para muchos, algo común, pero para el universo un acontecimiento único, especial, anunciado, esperado, proclamado por los ángeles: la llegada del Salvador.

No era un niño común. El era el hijo de Dios, concebido por el Espíritu Santo, en el vientre de un jovencita, virgen, sierva, que obedeció, aunque no entendía todo, y un esposo que cuidó lo que no era suyo, que aceptó su misión, amó por encima de su orgullo, de su hombría y decidió entregarse al cuidado de un niño que era un regalo para la humanidad.

Cuánto misterio, cuánta sabiduría, cuánta verdad, cuánto amor, hay en esa escena. Podemos pasarla de largo, entre las celebraciones actuales, las reuniones familiares, los regalos, los estrenos de Navidad, que los niños disfruten, haciendo de la Nochebuena una noche cualquiera, olvidando lo que realmente sigue significando para todos los tiempos.

Esa noche algo estaba sucediendo. Una madre y su esposo tuvieron que ir a Belén, porque un edicto de César Augusto exigía que todos fueran censados en su tierra de origen. Muchísima gente llegaba a esa pequeña ciudad de Judá, colapsaban los hosts. 

Para María y José no había lugar. Qué increíble, no había lugar para el hijo de Dios, parece una paradoja actual, todos ocupados, distraídos, enfocados en otra cosa, lo de Dios, nadie lo percibe. Por eso, hay que aquietar el corazón, los pensamientos y contemplar, solo contemplar, para ver el milagro, las maravillas, la grandeza que nace cada día, la buena voluntad de Dios para todos los hombres.

Así llegaron los dolores, el tiempo señalado por el cielo, lo determinado por los tiempos de los tiempos. Mientras las contracciones se intensificaban, José intentaba hacer lo que podía. María pujaba, soportaba, clamaba, el cielo contemplaba la maravillosa escena de la vida abriéndose lugar, manifestando su misterio, en medio de la rudeza del nacimiento, nació el milagro más grande sucedido.

No siempre las cosas de Dios llegan fáciles. María tuvo dolores, angustia, incertidumbre. José sintió temor, se hizo preguntas, nada les fue fácil, pero no se quejaron, no se lamentaron, siguieron su papel, ocuparon su lugar, les bastaba creer en el niño concebido del Espíritu Santo, recordaban el anunciamiento del ángel, el misterio de su concepción, sabían que lo más importante era el niño que estaba naciendo, lo demás era superfluo, circunstancial, ya Dios estaba con ellos, Emmanuel “Dios con nosotros” los estaba fortaleciendo, llenando de alegría y felicidad, gran gozo había en sus corazones, un gozo que solo Dios da. 

Ese gozo no viene de lo que tienes o no tienes. Procede de tu espíritu, es amor, es confianza, es fe, es gratitud. Es imposible comprarlo, sentirlo con una pastilla, es Dios en nosotros, es divino, es celestial, es sobrenatural.

Una madre, un padre y un niño, una escena de aplausos de pie. En el silencio de la noche se escuchaba el balido de ovejas cercanas, el sonido de los animales del pesebre, el llanto del niño y las palabras amorosas de su madre y su padre. Fluía el amor genuino, transparente, verdadero, fuerte, que sobrepasa todo obstáculo, que se hace fuerte en la adversidad, que es sencillo pero poderoso, el amor que nutre, que alienta, que sustenta, compasivo, generoso. El niño los unió, les hizo amarse aún más, un amor sacrificial y entregado.

Qué escena tan gloriosa, ¿lo puedes ver? Eres capaz de simplemente detenerte y contemplar. Los cielos contemplaban y alababan una multitud de ángeles celestiales, entonaban cánticos de alabanza, una sinfonía perfecta, gloriosa, que supera toda lírica e interpretación humana, por muy perfecta y sublime que sea.

Esto es Nochebuena. Cada noche donde nace la esperanza, no se trata de cosas, aun en tu sencillez, en tus escasez o en tu abundancia, puede nacer la Nochebuena y nacer el amor que te hace amar, dar a otros, compartir con quien tiene menos, agradecer por estar vivo, por la familia y demostrar el amor con un abrazo, unas palabras, porque ya tenemos el mayor regalo. Jesús es el milagro y el regalo que tanto necesitamos.

Prepara tu corazón para la Nochebuena y que nazca Jesús en tu vida; si lo tienes a él, lo tienes todo. Lucas 2:14 ¡Gloria a Dios en las alturas, ¡Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Ap. Julie de Romero.
Apóstol de la Federación C.C.N en Valencia.
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Julie de Romero