Calidad de vida: El significado silencioso de los regalos
La Navidad se ha convertido en un territorio donde el afecto necesita envoltura, donde el amor, la pertenencia y hasta la culpa viajan empaquetado
Opinión.- Hay rituales que repetimos sin pensarlo, como si una bruma antigua nos guiara. En diciembre, esa bruma toma forma de luces, música, compras de último minuto y una pregunta que parece inocente pero es casi un mandato: ¿qué vas a regalar este año?
La Navidad se ha convertido en un territorio donde el afecto necesita envoltura, donde el amor, la pertenencia y hasta la culpa viajan empaquetados. Como si la Navidad fuese un escenario donde todos actuamos sin cuestionar el guión.
Es curioso: se habla de magia navideña, pero lo que realmente sentimos es una vibración extraña. Una mezcla entre ternura y obligación. Un encantamiento social que nos seduce a “dar algo”. Y aunque pensamos que este impulso es moderno, el antropólogo francés Marcel Mauss (1872-1950) ya lo había plasmado en su libro The Gift (Ensayo sobre el regalo), el cual está cumpliendo cien años, ya que lo escribió en 1925.
Es considerada su obra más importante, donde demuestra (por medio de la etnografía) que los regalos dados y correspondidos de forma aparentemente voluntaria y gratuita tienen una obligación subyacente. Del sencillo gesto de regalar extrae la existencia de una dinámica universal de reciprocidad. A partir de una amplia antropología comparada en la que recoge numerosos datos etnográficos de sociedades arcaicas, construye un concepto general del intercambio de regalos. En este tema destaca su idea más original, la de un “hecho social total”, ya que esta forma colectiva de producción, consumo y distribución de regalos contiene varias dimensiones de la vida social: religiosa, jurídica, moral, política, familiar y económica.
En las primeras páginas señala: “Los regalos no son nunca verdaderamente gratuitos.” Una frase que parece simple, pero que invita a la reflexión. Porque si un regalo nunca es inocente, ¿qué es lo que realmente intercambiamos en Navidad? ¿Objetos, afectos, deudas, espejos? ¿Qué danza secreta ocurre cuando algo pasa de nuestras manos a las de alguien más?
La Navidad moderna opera bajo el espejismo de lo espontáneo, pero en el fondo sigue sostenida por las tres obligaciones que Mauss veía en los pueblos antiguos: dar, recibir y devolver. Nada ha cambiado tanto. Solo mudaron las formas, no los impulsos. Si alguien te ofrece un regalo, lo aceptas. Si lo aceptas, te obliga. Si te obliga, tarde o temprano tendrás que devolver. Esa tensión que Mauss describe como el corazón del regalo, sigue latiendo bajo nuestras cenas familiares, nuestras mesas llenas de comida y nuestras compras de última hora.
Por eso afirma que “la cosa dada no es inerte”, porque “lleva consigo algo de la fuerza espiritual del que la da”. ¿No pasa eso también cuando regalamos en Navidad? Un libro cuidadosamente elegido lleva una memoria. Una prenda tejida carga tiempo, paciencia, quizá melancolía. Un regalo hecho por compromiso lleva silencio y evasión. Diciembre nos hace vulnerables porque los regalos, de alguna manera, se vuelven confesiones.
La Navidad, en su versión más luminosa, nos permite tocar el deseo de dar sin cálculo: los regalos son una manera de estrechar lazos, de decir: “estoy contigo”, incluso cuando no sabes cómo decirlo en voz alta”.