Ahí el Ágora: Haciendo el bien, recibimos el bien
Mejor es hacer el bien siempre, esforzarnos por hacer sentir a gusto a los demás, moralmente debemos resaltar los principios
Opinión.- Cuando hacemos bien o mal a las personas, se convierte en acciones inmediatas y todo aquello que hiciste, ineludiblemente conocerá las consecuencias. Por eso debemos andar sopesando las cosas y acciones que hagamos y qué repercusiones tendrían en otros y en uno mismo, la vida no puede llevarse a la ligera.
Mejor es hacer el bien siempre, esforzarnos por hacer sentir a gusto a los demás, moralmente debemos resaltar los principios y los fundamentos en lo que supone una sana relación interpersonal. Las bases o estructura para la construcción de una correspondencia social, se define en cómo nos dirigimos o tratamos al prójimo. La importancia de ponderar las circunstancias que rodean un momento o evento específico, determinará resultados próximos a tener.
Un secreto a voces respecto al trato que merezco o merecemos, lo podemos circunscribir en la óptica de nuestra propia realidad, carencias, desde cualquier necesidad o urgencia que tengamos, desde este lente, puede surgir una pulida manera de ayudar a otros; porque si tengo una necesidad lo más que desearía en ese momento es una respuesta que me traiga refrigerio al alma.
Muchos son los ejemplos que se ven a diario. Tomando uno, para ilustrar los distintos comportamientos del ser humano, cuando se trata de dar y de recibir. Hay personas que las necesidades les hacen menguar el ímpetu, le desaparece las ínfulas, el orgullo, y se van por “debajito” cuando quieren que se le ayude, cuando quiere salir de un desierto. Pero una vez que reciben la ayuda y logran respirar y salir adelante, no prestan atención ni tratan bien a otras personas que también necesitan ayuda, aún a los mismos que les ayudaron terminan apuñalando.
Es por ello que nosotros debemos llenarnos de buenas acciones, no importa si lo agradecen o no. Debemos hacer siempre el bien a los demás. En la biblia, en Mateo hay un ejemplo de cómo queremos que se nos trate. Sin embargo, para obtener una respuesta benevolente, es mejor repasar si nosotros fuimos buenos vecinos, buenos padres, buenos discípulos, buenos compañeros de trabajo.
Así que todas las cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley de los profetas. Cap 7:12. Este ejemplo no implica que debamos ser siempre complacientes, ni andar a prisa en resolverles algunos caprichos a otros, no. No se trata de eso.
Esto es sencillamente, ser cuidadoso, razonable y respetar la línea de lo moral. Todo aquello que sea provechoso, de sano proceder, y que solventaría realmente una situación a otro, eso hacer.
Lo que el Espíritu Santo guíe, los pasos de Jesús deben ser nuestra guía para actuar. El aspecto moral tiene que ver mucho con hacer lo que el Maestro haría a favor de las sociedades, si el hijo de Dios no avala algo, nosotros tampoco debemos hacerlo, pero si Él trata con amor, con liberalidad, con justicia a los demás, entonces eso también debemos hacer.
Las acciones divinas de Jesucristo debe ser nuestro llamado para ser rescatado en nuestra conducta. Si nosotros queremos ser bien atendidos, también debemos atender con principios de bondad a otros. En Mateo 5:48, el Cristo resucitado a quien servimos enseña respecto a la perfección. Aquí nuestro Señor aduce que nosotros debemos ser como Dios, que es perfecto.
No se refiere a la perfección libre del pecado, sino que más bien procuremos tener un comportamiento digno de admirar. Procurar hacer lo que Dios y su hijo amado hacen, aunque nosotros en el camino fallemos, debemos anhelar ser como Él, con la ayuda del Espíritu Santo podemos, aunque humanamente difícil, Jesús está ahí para ayudarnos.