Teódulo López Meléndez: La generación de identidades
Cuando hablamos de realidad virtual aparentemente nos enfrentamos a dos términos opuestos
Opinión.- Definimos como realidad virtual a un sistema informático que genera representaciones de la realidad sin ningún soporte físico. Se trata de una simulación que desconecta los sentidos de la realidad real.
En el mundo de las comunicaciones en redes emerge una sociedad virtual al lado de una real. Su territorio es el ciberespacio. Aparecen, así, nuevas disciplinas como la ciberantropología, dedicada al estudio de las nuevas identidades sociales que emergen ya la lógica de sus interacciones con la sociedad real. Ya surgió una nueva identidad, los internautas o ciudadanos de la red.
Es obvio que esa sociedad virtual es intangible pues solo la integran bits de información, pero sus efectos sobre la sociedad real son tangibles. El ciberespacio ha cambiado, por supuesto, las viejas nociones elementales de espacio y tiempo.
Sin embargo, cuando hablamos de realidad virtual aparentemente nos enfrentamos a dos términos opuestos. Si lo real es lo que tiene verdadera existencia y lo virtual es lo opuesto a efectivo o real, estamos frente a un concepto paradójico. Viene a ser, entonces, un conjunto de información destinado a los sentidos para sustituir la percepción espacio-temporal real del sujeto y colocarlo en un sitio donde cree estar pero no está y donde se concede lo que no es. Al producirse las alteraciones de los estados perceptivos construyen una realidad distinta, un espacio que no crea acciones, tan solo posibilidades.
En la realidad virtual el ser está inmerso en imágenes simuladas a las que trata igual que a las cosas, las toca o las desplazamientos. La realidad real y la realidad virtual se hacen así cada vez más indiscernibles. La realidad real nos ofrece sumisión, mientras la realidad virtual ha sido programada, no hay sumisión sino eficacia de la voluntad lo que conlleva plantear que asistimos a una nueva forma de voluntarismo, el tecnológico. De allí que se plantee que será más difícil cada día distinguir la una de la otra, porque lo simulado formará parte del mundo real.
Podrá llamarse evasión, podrá ser mejor la búsqueda de seres simulados u obtener mayor placer en el sexo virtual, algo que podríamos llamar desrealización del mundo.
Así se apuesta hoy a una fusión de límites entre lo real y lo virtual, mediante una cibercepción otorgada por el cibespacio, ya que las redes telemáticas pasan a formar parte de nuestro aparato sensor. Esto es, tenemos ahora una facultad posbiológica que permite la interconexión de muchos.
Serán evidentes, lo son ya, los cambios en las relaciones humanas, pues se encontrarán inéditas formas de interacción o en la identidad, ya que se pueden generar mundos ajenos al contexto cotidiano.
El ciberespacio no tiene existencia física. El término como tal fue creado en 1982 por William Gibson en su novela Neuromante. En los términos de la política —lo vemos en Venezuela cada día— reinan los imaginarios en lugar de dirigentes verdaderos.
@tlopezmelendez