Opinión
Silver cápsulas: José Gregorio Hernández murió siendo +50
Fue un niño criado sin lujos, pero tampoco en la precariedad
14 de octubre de 2025
Opinión.- Aquí estoy, como cada martes, hasta que Dios lo permita. ¿Quién se iba a imaginar que, después de que el Fray Eduardo de Gema, vice postulador de la causa de beatificación de José Gregorio Hernández desde 1940, con su trabajo de recolección de testimonios, cartas y demás elementos de valor, pudiera aportarnos tantos datos para que hoy todos los venezolanos conozcamos un poco más de ese hombre que, después de ser bautizado en Escuque, Edo. Trujillo, vivió en las calles de Caracas como cualquier otro, pero con un amor al prójimo inalcanzable, especialmente hacia los desfavorecidos, lo que le valió respeto y admiración en su época.

Días atrás, tuve el privilegio de conocer del Fray Luis Salazar historias poco conocidas de José Gregorio Hernández. Nació en 1864 y, aunque era costumbre llevar por nombre al santo correspondiente a la fecha de nacimiento, ese día era de San Marcelo de León. Sin embargo, la decisión que se impuso en la familia fue llamarlo como su bisabuelo, José Gregorio.

Fue un niño criado sin lujos, pero tampoco en la precariedad. Su padre, quien era comerciante, tuvo la posibilidad de enviarlo a estudiar en Caracas, donde se graduó de bachiller en filosofía en 1882 y, luego, de médico en 1888, a tan solo 24 años. Sus amigos durante la universidad y hasta el último día de su vida fueron el Dr. Santos Dominici, quien fue ministro de Salud en el periodo presidencial de Eleazar López Contreras, y Luis Razetti, conocido como catedrático.

José Gregorio, como cualquier joven venezolano en busca de superación profesional desde el interior del país, migró a la capital y tuvo que buscar algún oficio como fuente de ingreso. Él lo hizo a través de la sastrería, diseñando y confeccionando su vestuario, además de hacerlo para ganarse la vida mientras estudiaba. 

El 31 de julio de 1889, se fue del país becado. Y, como a muchos venezolanos en el exilio, a José Gregorio también le tocó vivir la muerte de su padre en otro país (quien pida por José Gregorio, por causas similares, lo entenderá).

En 1907, con 43 años, se hace cartujo, una orden monástica que vive en comunidad, pero que se caracteriza por su vida en reclusión y silencio. Cabe destacar que solo quedan 21 monasterios de esta orden en el mundo. 

Aunque no llegó a ser ordenado, solo alcanzó el noviciado, de allí su característica de hombre callado, pero no aislado. El 27 de abril de 1909, entra al seminario tras renunciar públicamente al ejercicio de la medicina. Luego vuelve a Italia e intenta ingresar al monasterio cartujo, pero su debilidad pulmonar lo obliga a regresar a Caracas tras una enfermedad, retomando su vida como médico, pero con una espiritualidad elevada.

A diferencia de lo que muchos cuentan, José Gregorio no murió a causa del único vehículo que había en Caracas; él fue atropellado por un vehículo con matrícula 444, conducido por un mecánico que además era paciente suyo. No murió por el arrollamiento, sino por el traumatismo cerebral que sufrió al golpear su cabeza contra el suelo.

Frente a ese hecho, su amigo Luis Razetti lo declara muerto a los 58 años. Razetti solicitó que no fuera desvestido por la pureza que ese hombre representa. Por esa razón, José Gregorio Hernández fue enterrado con el mismo traje que vestía el día de su muerte. El próximo 19 de octubre será su canonización; gracias al Papa Francisco, tendremos un santo venezolano.

@silverypunto
Sigue la información minuto a minuto en nuestro Telegram Instagram Facebook Twitter ¡La noticia en tus manos!
VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Luis Antonio Yánez