Opinión
Cita con la historia: 14-09-1899: El día después
A caballo o a pie centenares de soldados y oficiales huyeron hacia Valencia para ponerse a salvo
19 de septiembre de 2025
Opinión.- El 14 de septiembre de 1899 ocurrió la Batalla de Tocuyito, uno de los enfrentamientos armados más importantes ocurridos en nuestro estado. Vamos a referirnos a varios episodios ocurridos luego de ese combate.

En Tocuyito se enfrentaron alrededor de seis mil hombres, contando ambos bandos. Se utilizaron fusiles, ametralladoras y cañones. Hubo muchos muertos y heridos. La batalla se caracterizó por la anarquía y falta de unidad en el mando de las tropas del gobierno, que pese a superiores en número y armamento no supieron coronar la victoria, llevando a centenares de soldados a una muerte inútil. Los dos jefes, Antonio Fernández y Diego Bautista Ferrer se acusaban mutuamente de traición y de ser culpables de la derrota. A las cuatro de la tarde se ordenó la retirada de las tropas gubernamentales, que más que retirada fue un escape desordenado.

A caballo o a pie centenares de soldados y oficiales huyeron hacia Valencia para ponerse a salvo. José Rafael Pocaterra nos narra cómo presenció desde la puerta de su casa como desfilaban los pobres soldados medio muertos que, a duras penas, venían desde Tocuyito. Los primeros que fueron llegando tomaron a toda carrera el ferrocarril para que los llevara a refugiarse en Maracay o Caracas.

En el lado de la revolución restauradora la situación no era muy buena. El jefe, Cipriano Castro, estaba herido por haberse caído del caballo, lo que le fracturó una pierna. Sus tropas estaban reducidas a casi la mitad, por muertos, heridos y desertores. Habían muerto varios de los principales oficiales, como el General Fermín Canelón, uno de los jefes del batallón yaracuyano “Urachiche” o el coronel Miguel (a) Miguelón Contreras, comandante del Batallón “Bolívar”. Sus restos descansan en el Cementerio de La Puerta, en Tocuyito, en fosas comunes o tumbas sin lápidas, junto a los combatientes de Carabobo en 1821.

Entre los centenares de heridos estaban el joven capitán Eleazar López Contreras, que sería presidente de la República y el Gral. José María García, asimismo, el General Emilio Fernández, futuro presidente del estado Carabobo. Por su parte, Juan Vicente Gómez estaba enfermo de disentería. En Valencia huye el presidente del estado, Ezequiel García, junto al Jefe Civil Eduardo Mancera. La cárcel queda sin custodios y los presos rompen los candados y salen a la calle a gritar mueras al gobierno. De repente, se encuentran en la calle Comercio con el Gral. Ferrer, a quien desarman y se salva de que lo linchen, porque llegan unos pocos soldados al sitio.

Mientras tanto, Castro, con su maltrecho ejército, entra el 16 de septiembre en Valencia. “El Cabito”, como llamaban al General, viene en parihuela ya que por la fractura no puede montar.

Un empresario de coches de alquiler, Ramón Tello Mendoza, hospeda en su residencia al jefe restaurador. Gómez es alojado en la casa de otro comerciante: Manuel Corao. Tello y Corao, entre otros, acompañarían a Castro hasta Caracas y serían de sus principales asesores.

Los pocos médicos de la ciudad Medardo Heraclio Medina, José Rafael Revenga y Eduardo Celis no se daban abasto para atender a los centenares de heridos, que eran acomodados en hoteles y casas de familia, porque el único hospital de la ciudad, el Hospital de Caridad (Casa de La Estrella) estaba atestado. José María García y Eleazar López Contreras, ambos heridos, se encontraban recluidos en el “Hotel Santana”, donde son operados por el doctor Medina.

El 15 las autoridades abandonaron apresuradamente la ciudad dejándola sin gobierno. Inexplicablemente, el presidente Andrade que tenía suficientes fuerzas en La Victoria, Maracay y Caracas y podía haber reforzado Valencia y atacar a Castro, que había quedado sumamente debilitado por tantas pérdidas, pero optó por retroceder.

Como dato curioso, las fuerzas de Castro, que durante toda la campaña usaron como divisa el tricolor nacional, luego de la batalla, cambió sus banderas por la amarilla, color tradicional del liberalismo, para granjearse la simpatía de los viejos liberales.

@luishmedinac C.
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Luis Heraclio Medina C