Julie de Romero: El poder de tu lengua
Este versículo describe el gran poder de las palabras para traer consecuencias tanto positivas como negativas, destacando la importancia de usar la lengua de manera responsable
Opinión.- El muy conocido o parafraseado texto de Proverbios 18:21 afirma que “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. Es justamente sobre esto que les voy a escribir hoy.
Este versículo describe el gran poder de las palabras para traer consecuencias tanto positivas como negativas, destacando la importancia de usar la lengua de manera responsable. Cabe resaltar que las palabras no son solo ondas o ecos, son pensamientos, emociones, intenciones del corazón que salen por nuestros labios con sonidos gramaticales que van dirigidos a un receptor que, al oírlas, recibe la carga emocional y espiritual de esas palabras. Es decir, las palabras penetran nuestro ser y tocan lo más profundo de nuestro corazón. Se establece una conexión de las palabras con las personas. Podemos llorar, reír, sentir culpa, alegría, angustia, esperanza solo con oír o recibir palabras.
Pero hay algo aún más poderoso que tenemos que conocer de las palabras. Si el emisor es Dios, entonces sus palabras tienen el poder y la capacidad de Dios en ellas. Todas las cualidades de Dios se transmiten por medio de su palabra, con el objetivo de llegar al corazón del hombre y a todo lo creado.
¿Qué sabemos de la palabra de Dios? La biblia dice que todo lo que existe fue creado por la palabra de Dios, es decir, que su palabra puede crear lo que no existe, también dice que su palabra está viva y es eficaz, capaz de hacer todo lo que dice que hará, por lo tanto es poderosa; detalla que es un arma para defendernos del enemigo; Jesús venció a satanás en el desierto usando la palabra de Dios, es decir, que tiene autoridad sobre el mal, además, dice que su palabra es la verdad, por lo tanto cada promesa es la verdad divina sobre las mentiras del maligno.
La biblia también enseña que Cristo es la palabra viva, el logo echo carne, que en Él se cumplieron todas las profecías, ahora vive y reina conforme a lo que fue escrito; enseña también que la palabra de Dios es como una semilla que busca ser sembrada en el corazón de todos los hombres, quien la recibe, la confiese y la crea dará frutos al 30, 60 y 100 por uno, hará sabio al sencillo, dará largura de vida y traerá prosperidad. Dios nos invita a grabarlas en nuestro corazón y pronunciarlas con nuestra boca, así liberaremos su poder y autoridad. Podemos ver cómo la palabra de Dios contiene su esencia en ellas, por lo que la hace muy poderosa.
Sin embargo, el gran desafío que tenemos hoy es justamente hablar bien, porque la tendencia es hablar sin pensar, sin considerar las consecuencias de nuestras palabras y muchas de ellas tienen una carga negativa hacia nosotros mismos, nuestro futuro y nuestro entorno. En proverbios 6:2 nos advierte que podemos quedar lazados con las palabras que pronunciamos, ellas pueden encadenarnos, encarcelarnos y detenernos.
Es más, el libro de Santiago, capítulo 3, habla sobre la lengua, de cómo siendo un órgano tan pequeño es a la vez tan poderoso, que no logramos dominar, con ella podemos hacer mucho bien pero también mucho mal, puede encender fuegos y guerras, bendecir a Dios y maldecir a los hermanos, ser una fuente de agua dulce y también salada, o, siendo una higuera, producir aceitunas, algo totalmente contradictorio y anti natural, pero también nos dice que quien refrene la lengua podrá dominar todo su cuerpo, como el bozal para el caballo y el timón para un gran barco. El capítulo de Santiago 3 termina exhortando a la búsqueda de la sabiduría dada por Dios para hablar correctamente, palabras que edifiquen y traigan paz.
Sin duda alguna, para hablar bien debemos chequear nuestro corazón. Jesús dijo que todo lo que sale por nuestros labios procede del corazón; si tu corazón está limpio, hablarás vida, si tu corazón tiene palabra de Dios, tus palabras serán creativas y de fe, entonces le dirás al monte que se mueva y se moverá.
Algunos consejos finales para tu lengua. Alinea tus palabras con la verdad de Dios y podrás ver trasformaciones extraordinarias; declara las promesas de Dios para que sean una realidad en tu vida y entorno; pídele ayuda al Espíritu Santo para que te de sabiduría y dominio propio sobre tu lengua; comprométete a estar más atento con lo que sale de tu boca, a ser más responsable y prudente con tu lengua, es mejor hablar menos y bien que mil palabras y pecar con ellas.
¿Aceptas el desafío?
Ap. Julie de Romero.
Apóstol de la Federación
C.C.N. en Valencia.
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