Silver cápsulas: Los +50: Somos propietarios
Como padre, tío o abuelo, si nos comparamos con nuestra juventud, ver comprar un vehículo era el primer paso hacia la emancipación
Opinión.- Aquí estoy, como cada martes, hasta que Dios lo permita. Mucho se dice de la generación millennial y la Z (nacidos entre 1981 y 2012) como impulsoras del cambio hacia un consumo más sostenible; es decir, consumidores de bienes y servicios, pero más conscientes de su impacto en la sociedad y el medio ambiente. También se les atribuyen características tecnológicas, ya que nacieron con ellas, de tal forma que hoy su cotidianidad incluye la digitalización en la mayoría de sus rutinas, como la comunicación, las compras y el disfrute.
Ahora viene la pregunta incómoda: ¿nos sentimos con gusto con todo lo que está pasando? Como padre, tío o abuelo, si nos comparamos con nuestra juventud, ver comprar un vehículo era el primer paso hacia la emancipación, nuestro primer activo. Esa libertad produjo el deseo de recorrer caminos y descubrir rutas, algo que ha sido cambiado en estas nuevas generaciones por la cercanía que ofrecen las aplicaciones, plataformas de streaming o la inmediata de una videollamada.
¿Qué sociedad tendremos? Estoy seguro de que será una más justa con el medio ambiente. ¡Eso sí! Sin ser dueños de nada, es impresionante cómo el sistema facilita la normalidad con palabras atractivas, siendo, en el fondo de su significado, una incapacidad de lograr resultados tangibles.
No fueron pocas las veces que escuché en mi familia decir: “Hijo, si quieres casarte, compra casa, porque el que se casa, casa quiere”. Hoy, el sistema ha blanqueado tantas imposibilidades para estos jóvenes con nombres que resultan atractivos y pasan desapercibidos:
- Imposibilidad de comprar un apartamento cerca del trabajo: coliving.
- Imposibilidad de contratar una secretaria y alquilar una oficina para trabajar: coworking.
- Imposibilidad de comprar una casa amplia para vivir en familia: cohousing.
En el Foro Económico Mundial de 2016, la parlamentaria de Dinamarca, Ida Auken, presentó su ensayo titulado “En el 2030 no tendrás nada y serás feliz”, una mirada futurista de lo que será la economía colaborativa.
Ese ensayo desató críticas por lo que sería la pérdida de la propiedad personal a cambio del acceso a servicios. Así, hoy no te desplazas en vehículo para comprar en el súper; con solo descargar una aplicación, accede a la tienda y llega a tu casa.
Pagas unas horas al mes y trabajas en una oficina de forma colaborativa con otros emprendedores. Ya no compras pesas, solo pagas una suscripción y tienes un gimnasio a tu disposición.
¿Será eso verdaderamente el futuro, o ya lo tenemos en el presente y no lo concientizamos? Sea cual fuere nuestra realidad, alguien será el dueño de las cosas, pero ya no las mayorías que en el pasado tuvieron acceso Desde hoy hasta los próximos 40 o 50 años, esta población que se educó con espíritu propietario debería fomentar la necesidad de preservar bienes dentro de su círculo familiar, educarse financieramente, para que las modas, tendencias o los esfuerzos por cambiar el sistema no perjudiquen a nuestros familiares.
Solo así las decisiones serán, con tanta información, que no será difícil explicar por qué es mejor invertir desde joven para lograr tu propio sistema de pensión en lugar de vivir del consumo. Con suerte, si los hijos, sobrinos o nietos llegan a los 100 años, lo hagan con patrimonio y mayor estabilidad económica.
Educar es la lección, ¡así que manos a la obra!