Rubén Limas Telles: No a la violencia
Apostamos siempre por las ideas y no por las balas
Opinión.- El mundo se estremeció ante la terrible noticia de un legislador colombiano asesinado de manera cobarde por el extremismo. Sabíamos por la dimensión de las heridas que recibió el senador Miguel Uribe Turbay en su cabeza, que solo un milagro podía sacarlo de allí; además, de haber superado la gravedad de esas heridas, habría quedado en muerte vegetal o discapacitado de manera grave para el resto de su vida.
Desde el parlamento nacional, nuestra compañera Anyelith Tamayo, hizo referencia a este lamentable hecho de violencia política, y la condenó enfáticamente. Sí estamos apostando a la paz, al diálogo, entendimiento, al reencuentro, nos toca pues, rechazar este hecho de violencia o cualquier otro, que hoy enluta a nuestra hermana Colombia.
La violencia política en Colombia tiene una historia compleja y prolongada que refleja las disputas de poder, las desigualdades sociales, las luchas ideológicas en el país y el narcotráfico.
A pesar de los avances, la violencia política continúa en esa hermosa tierra de las esmeraldas, afectando a comunidades, líderes sociales, políticos, defensores de derechos humanos; surgen cada cierto tiempo nuevas expresiones de conflicto que amenazan la estabilidad del país. Hoy parece iniciarse una nueva etapa de este problema.
Se recuerda la muerte de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, y sus profundas y duraderas consecuencias en Colombia. Desencadenó una escalada de violencia entre los partidarios y opositores. Este enfrentamiento armado se convirtió en un conflicto social y político, que duró aproximadamente una década. Estos acontecimientos marcaron un punto de inflexión en la historia moderna de Colombia, generando un ciclo de violencia política que perdura en la memoria y en la historia del país.
Escribiendo este artículo, nos enteramos de otro atentado ocurrido en Colombia a otro congresista, el opositor Julio César Triana, quien salió ileso del ataque por fortuna, hecho ocurrido en la región del Huila (sur) de Colombia, donde opera la disidencia de las FARC al mando de alias Iván Mordisco.
Sería lamentable para nuestros hermanos colombianos que se iniciará una nueva ola de atentados, explosivos, sicariatos en ese país.
No podemos pasar por alto que eso también trajo como consecuencia el desplazamiento de miles de colombianos que vinieron a parar a nuestra tierra Venezuela.
En resumen, la historia de la violencia política en Colombia está marcada por décadas de conflictos armados, desigualdades estructurales y esfuerzos de paz, reflejando los desafíos que enfrenta el país para lograr una convivencia pacífica y democrática. Por ello rechazamos categóricamente este vil asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, independientemente de su tendencia ideológica, y ahora este nuevo frustrado atentado a otro congresista.
Apostamos siempre por las ideas y no por las balas.
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