Escrito por: Isabel Vidal
de Tenreiro
Opinión.-“Pidan y se les dará”, nos recomienda Jesucristo en el Evangelio” (Lc. 11, 1-13). Pero ¿significa esto que se nos dará todo lo que pidamos a Dios? Hay que leer unos versículos más abajo para entender bien esto.
Fijémonos cómo concluye Mateo esta recomendación del Señor: “... el Padre Celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mt.7, 11). Y en San Lucas: “... el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lc. 11, 13).
Muchas veces pedimos cosas que no nos convienen y que no coinciden con lo que Dios quiere darnos. “Piden y no reciben, porque piden mal (St. 4, 2)”, nos dice el Apóstol Santiago. Y San Pablo también insiste en esta idea: “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rom. 8, 26).
En el Padre Nuestro, el Señor nos enseña a rezar así: “Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”. El Catecismo nos dice que es necesario orar para poder conocer la Voluntad de Dios (CIC #2736), para poder pedir conforme a los planes de Dios, esas “cosas buenas”, esas gracias de santificación a las que se refiere San Lucas cuando dice que el Señor “dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan”.
San Juan es clarísimo al respecto: “Estamos plenamente seguros: si le pedimos algo conforme a su Voluntad, El nos escuchará” (1 Jn. 5,9).
Nuestra oración de petición debe siempre estar sujeta a la Voluntad de Dios, como rezamos en el Padre Nuestro y como rezaba Jesucristo: “No se haga mi voluntad sino la tuya, Padre” (Lc. 22, 42 - Mc. 14, 26).
Precisamente a través de la misma oración se establece ese diálogo con el Señor, en el que tratamos de descubrir el misterio de su Voluntad. Dios nos va mostrando su Voluntad y nos va dando esas cosas buenas que Él sabe que necesitamos.
No creamos que Dios no nos oye: nuestra oración siempre es escuchada por Dios. Lo que sucede es que Dios no nos da todo lo que queremos, pero sí nos da todo lo que necesitamos.