Opinión
Agustín Albornoz S: Aprender... ¿a qué?
Si los niños viven con la amabilidad ,aprenden que el mundo es un lugar agradable para vivir
21 de julio de 2025
Opinión.- Cada uno de nosotros somos como agricultores en acción que siempre estamos sembrando semillas de distintos tipos, para bien o para mal. Y estas semillas en algún momento empezarán a dar sus frutos. Usualmente va a demorar un tiempo, a veces largo, pero los frutos serán cosechados. Y esto se convierte en un principio espiritual que podemos llamar de siembra-cosecha, el cual se reflejará en el hecho de que nuestras decisiones y acciones conducirán a sus consecuencias correspondientes.

Hoy día tenemos ejemplos casi en cada punto del globo del cumplimiento para mal de este principio, en forma de conflictos de todo tipo, además de otras consecuencias derivadas de estos.

Esto se refleja en cosas como:
1. El público en casi cualquier escenario hoy día se ríe más cuando los actores hacen comentarios mordaces y se burlan o se lastiman mutuamente. Lo mismo en las interacciones entre personas. Y se supone que eso es gracioso.

2. Es difícil encontrar una película o programa de televisión sobre una familia con niños donde estos no sean revoltosos y peleando entre sí como locos. Igual pasa con otros.

3. Esposos y esposas discuten a menudo y se menosprecian delante de sus hijos.

4. Distinto tipo de personajes, populares o no, famosos o no, se expresan en público usualmente con agresividad y expresiones muy irrespetuosas hacia otros, etc.

Nadie es una isla, todos nos influimos unos a otros y hay todo tipo de público, desde niños hasta adultos mayores mirando todo eso, siendo influidos por esas conductas nocivas. Los niños, en especial, imitan lo que ven y oyen y parecen tener una tendencia a copiar lo negativo.

Esta realidad, nos debería llevar, con fe auténtica en Dios, con mucha entereza y en cada ámbito de nuestra existencia a procurar sembrar semillas de lo opuesto a lo anterior, o sea, de amor a Dios, amor a nuestro prójimo, humildad, integridad, generosidad, conciliación, compasión, comprensión, empatía, responsabilidad, etc. Porque, además, se cumple otro principio: de lo que más estamos necesitando, tenemos que justo dar más de ello.

Enseguida, el muy elocuente poema “Los niños aprenden lo que viven” de la escritora Dorothy Law Nolte:
“Si los niños viven con la crítica, aprenden a condenar.

Si los niños viven con la hostilidad, aprenden a pelear.

Si los niños viven con el ridículo, aprenden a ser tímidos.

Si los niños viven con la vergüenza, aprenden a sentirse culpables.

Si los niños viven con el ánimo, aprenden a tener confianza.

Si los niños viven con la tolerancia, aprenden a ser pacientes.

Si los niños viven con el elogio, aprenden a apreciar.

Si los niños viven con la aceptación, aprenden a amar.

Si los niños viven con la aprobación, aprenden a quererse a sí mismos.

Si los niños viven con la honestidad, aprenden la veracidad.

Si los niños viven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en los demás.

Si los niños viven con la amabilidad ,aprenden que el mundo es un lugar agradable para vivir”.

Si queremos un futuro muy distinto al presente, con la guía y la ayuda de Dios, con constancia y paciencia, vamos a tener que sembrar muchas semillas de las descritas antes, y de los renglones 5 para abajo del poema. Cada uno.

Por Agustín Albornoz S.
@viviendovalores
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Editoría de Notitarde