Opinión
Muerte al ritmo del vallenato
Se escuchó en el centro de Venezuela sino a partir de los años setenta con la inmigración colombiana producto de la bonanza petrolera
5 de julio de 2025
Opinión.- El vallenato es un ritmo muy popular en Colombia, especialmente en la región del Caribe colombiano, originario de Valledupar, de allí su nombre. No vino a empezar a escucharse en el centro de Venezuela sino a partir de los años setenta con la inmigración colombiana producto de la bonanza petrolera. En esos primeros años apenas se escuchaba en las barriadas más populares donde vivían los colombianos de las clases obreras. Con el tiempo sus vecinos venezolanos se fueron aficionando a ese tipo de música y de allí tuvo cierta penetración en algunos otros sectores.

Eran mediados del año 2012. Ya el otrora exclusivo Hotel Intercontinental Valencia había perdido mucho de su esplendor y categoría. Había sido expropiado o comprado por el gobierno y su nuevo nombre era “Venetur Tacarigua” y se había convertido en el favorito de una nueva clase adinerada a las sombras del poder. El “Tacarigua” sería el escenario de más de un asesinato muy sonado.

Para esas fechas se presentó en la terraza del hotel un “Festival de Vallenato”. Se presentarían famosos interpretes del ritmo colombiano, como Álex Manga y Andrés Beleño; Nelson Velásquez y El Morre Romero y Diomedito. El goajiro Jean Carlos Centeno era la figura central del espectáculo, y como es costumbre su intervención se había dejado al final.

La seguridad del hotel había tomado las medias pertinentes del caso. A la entrada dos empleados del hotel revisaban con el detector de metales que nadie entrara armado. Pero un misterioso personaje venido de más allá de nuestras fronteras, pasó como VIP, por una entrada de servicio con sus escoltas, sin ser revisado.

Eran ya casi las seis de la mañana cuando Centeno iba por la cuarta canción de su repertorio. En una de las mejores mesas estaba un hombre maduro rodeado de dos bellas chicas, ambas “prepagos” y tres o cuatro escoltas. Sobre la mesa, varias botellas de wisky. El sujeto se había fijado en una bella jovencita en una mesa cercana. Acostumbrado a siempre obtener lo que quería el sujeto se dirigió a la mesa de la muchacha, que compartía junto a su hermano y algunos otros jóvenes amigos.

-¿Quisiera bailar conmigo la bella joven? – dijo con inconfundible acento colombiano el sujeto.

-No gracias- respondió la chica.

El sujeto, que había bebido quien sabe cuántos tragos insistió dos, tres y hasta cuatro veces.
El hermano de la muchacha, impacientado, se levantó de su silla y le dijo al hombre:

-Ya ella le dijo que no quiere bailar¡

El sujeto, que era un poderoso narcotraficante, un gran “traketo”, como dicen por allá, que había venido a Venezuela alejándose de las guerras entre bandas de narcos, molesto respondió:

-No sea pendejo¡ y le dio un empujón al hermano de la muchacha, pero el joven respondió con otro empujón que casi tumba al suelo al narco. Este se volteó y se dirigió a uno de sus escoltas con una simple orden que todos oyeron:

-Fernando Mátalo¡

Fernando era un sicario, la orden debía ser cumplida sin importar las consecuencias. Se levantó de su silla, se dirigió a donde la muchacha y su hermano estaban y sacó de sus ropas una Bereta 92F, calibre 9mm. Casi sin pensarlo y a apenas dos metros del joven hizo varios disparos contra la cabeza del muchacho, que cayó al piso con el cráneo destrozado.

Rápidamente, amparados por el griterío y el desorden causados por los disparos, el “traketo”, las mujeres y los otros escoltas salieron como entraron, por una ruta “especial”.

Gonzalo, escolta, sicario y asesino, fue detenido por los empleados de seguridad. Este individuo, colombiano de 37 años, también conocido con el apodo de “El Guajiro”, fue presentado ante la Fiscalía de Flagrancia del estado Carabobo.

En cuanto a su “capo” o los otros escoltas, nada dijeron nunca las autoridades.
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde