Me resulta incómodamente frecuente escuchar ese adjetivo
Opinión.- Aquí estoy en la primera de nuestras próximas citas, cada martes, hasta que Dios lo permita. Para comenzar, establezcamos algunas reglas en nuestra comunicación: “No me llames viejo”. Me resulta incómodamente frecuente escuchar ese adjetivo, que pasa desapercibido para quienes son más jóvenes que nosotros. ¿Qué tan cómodo le resulta permitir que alguien se refiera a usted solo por sus canas, arrugas o la edad cronológica que resalta? Nuestras vidas están llenas de experiencias, y tenemos la fortuna de vivir lo que el tiempo nos ha permitido, por eso merecemos respeto.
Esa práctica, que parece inofensiva, esconde una estigmatización gigantesca hacia todos aquellos que han cumplido 50 años. El mundo debería escucharnos y la humanidad debería honrarnos . Esa actitud hacia las personas, basada en su edad cronológica o biológica, es negativa y se conoce como edadismo (también ocurre de forma inversa con los jóvenes), pero este espacio está orientado exclusivamente a la generación plateada.
¿Cómo se desarrolla el edadismo? En ocasiones, se manifiesta de tres formas: internamente (en nosotros mismos), cuando nos auto percibimos demasiado adultos para ciertas actividades, como bailar, estudiar o emprender un nuevo reto; de forma externa, cuando somos segregados socialmente por nuestra edad, por ejemplo, al buscar empleo; y de forma mixta, que es la más compleja, cuando se combinan las anteriores, como en el caso de “ya estoy muy mayor para conseguir trabajo” y además nos digan que, por nuestra edad, el puesto no es para nosotros.
Así que cuidado con quedarse estancado en alguna de estas formas. Una manera de identificarlo es si procrastinamos las acciones que debemos emprender, nos culpamos por la situación, nos aislamos o deprimimos. Por eso, con una mirada positiva, busquemos: ¿dónde está la oportunidad?
Hoy, la población mundial supera los 8.000 millones de habitantes; cerca del 30 % son mayores de 60 años. En otras palabras, si todas las personas mayores de 60 años se mudaran con sus patrimonios, ahorros y hábitos de consumo a un territorio cualquiera en la Tierra y fundaran un país, ese país sería la tercera economía mundial. Todos los países, especialmente en América Latina, están despertando ante la realidad del envejecimiento.
La verdadera importancia de esta asombrosa cifra, resultado de la longevidad, es que somos el grupo etario que representa el mayor consumo de bienes y servicios. En otras palabras, somos el público objetivo de las principales empresas que mueven la economía. No se trata de ocultar el envejecimiento; el propósito es normalizarlo y hacerlo de una forma saludable. La ciencia ha logrado que los venezolanos ganemos en los últimos 25 años 2.57 años más de vida.
Hoy, la edad promedio de vida de hombres y mujeres (según el INE) es de 76.12 y 82.4 años, respectivamente. Este impacto significa que no es descabellado hablar de 100 años de vida promedio para los niños que hoy están naciendo.
Entendamos que el mercado nos está observando; por ello, si tu deseo es estudiar o emprender, no te limites, que el mundo te está esperando. Observo con satisfacción que marcas venezolanas han comenzado a hablarnos de manera directa: comida instantánea, aplicaciones de taxis, ópticas, clínicas, entre otros. Así que desempolva esas ganas retenidas de hacer algo en esta nueva y espectacular etapa de la vida.
Por Luis Antonio Yánez