Julie de Romero: La curva de la felicidad
En este último informe se observa el cambio que ha sufriendo la llamada curva de la felicidad,
Opinión.- El estudio más longevo de la historia sobre la felicidad comenzó en el año 1938 por la Universidad de Harvard. Este año, Harvard y la Universidad de Baylor, publicaron en “Nature Mental Health”, los últimos resultados del “Global Flourishing Study”, con la participación de más de 200.000 personas en 200 países, concluyendo que los jóvenes ya no son tan felices, por lo que se nos advierte acerca de una crisis global de bienestar.
En este último informe se observa el cambio que ha sufriendo la llamada curva de la felicidad, que durante muchos años tuvo un patrón en forma de “U”, alta en la juventud, baja en la edad media y de nuevo alta en la vejez; sin embargo, hoy día se está aplanando.
Este estudio no solo midió la felicidad sino también “El Florecimiento”, que según la psicología positivista es un estado de desarrollo caracterizado por salud física y mental, carácter propio, sentido de vida, relaciones sociales y seguridad financiera. Se descubrió que los adultos comprendidos entre los 18 y 29 años mostraron las puntuaciones más bajas en casi todos los aspectos del bienestar, lo cual ofrece un panorama preocupante para los adultos jóvenes.
La idea de una juventud despreocupada es cada vez más un mito. Los jóvenes entre 18 y 25 años reportan el doble de ansiedad y depresión que los adolescentes. Muchos viven bajo la presión de cumplir con estándares imposibles, el perfeccionismo entre universitarios ha aumentado. Reportan un declive en la conexión social, con menos participación en grupos comunitarios, religiosos o clubes, menos tiempo con amigos que hace 10 años, más soledad, igualando el de los adultos mayores, mientras enfrentan un mundo con crisis globales y nacionales como la economía, la polarización el clima y más.
La obsesión con el éxito individual ha debilitado los lazos comunitarios lo cual trae consecuencias emocionales. En países como Japón y Kenia la curva de la felicidad sigue siendo en forma de U, pero en Polonia y Tanzania, el florecimiento disminuye con la edad, mientras que en la mayoría de los países occidentales los jóvenes están en crisis. Mientras que la brecha generacional se abre, los efectos del aislamiento empiezan a sentirse en la juventud, porque los mayores ofrecen apoyo, consejos, aliento y sabiduría a las generaciones más jóvenes.
Debemos ayudar a nuestros jóvenes a florecer desde el desarrollo de relaciones significativas que le ofrezcan herramientas para una buena salud emocional y física. Estudios surgidos alrededor de este han demostrado que las personas que tienen relaciones más cálidas se mantienen físicamente más saludables a medida que envejecen. La vida misma ofrece un estrés continuo, situaciones que presionan nuestras emociones y que no podemos controlar, pero transitar la vida en compañía de la gente correcta ayuda a que la carrera sea más ligera y placentera.
Sin duda alguna los grupos de ayuda, las relaciones que aporten propósito y valor, son altamente necesarias. Estudios han demostrado que una vida inclinada a la fe y una relación cercana a Dios genera mayor felicidad y satisfacción, menor depresión y ansiedad, aporta sentido de propósito y significado de la vida, mayor compromiso social, mayor resiliencia y beneficios para la salud en general.
Jesucristo nos dejó una frase para reflexionar en estos días y que debemos enseñarles a nuestros jóvenes hoy: “la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee” (Juan 12:15). La vida es más que logros, más que metas, más que triunfos. Es tiempo de agradecer, es tiempo de dar y sembrar en los niños y los jóvenes, es tiempo de buscar aquello que nos agrega valor como persona, es tiempo de perdonar, de decidir ser feliz, avanzar sin pesos, abrazar y amar.
Para los que somos mayores, demos ejemplo de amor y paciencia, ofrece un abrazo, un buen consejo, un buen momento, palabras significativas de valoración. Todos debemos aportar y comprometernos a enseñar el verdadero valor de la vida y del éxito a nuestras generaciones.
La inteligencia emocional se enseña por nuestros ejemplos de vida y la riqueza espiritual es una herencia que debemos transferirle a nuestros jóvenes para que ellos encuentren en Dios la fuente de vida, fe, esperanza y propósito.
Recuerda las palabras sabias de nuestro Señor Jesucristo en Lucas 12:23 “La vida es más……”