Julie de Romero: Adoración escandalosa
Ahora te invito a ver a la mujer. La adoración más escandalosa nace de gente rota
Opinión.- Jesús entra en la casa de un fariseo que le había rogado que comiera con él, al sentarse a la mesa entra en escena una mujer que traía un frasco de alabastro (piedra blanca) que contenía un perfume. Ella empieza a ungir los pies de Jesús con ese perfume y con sus lágrimas, mientras que con sus cabellos los enjugaba y los besaba. Esta escena increíble e impactante la puedes leer en Lucas 7:36-49.
Pues bien, más que compasión eso generó el rechazo de Simón el fariseo por ser ella una prostituta y antes de que dijera una palabra Jesús le cuenta la historia de dos hombres cuyas deudas fueron perdonadas, una más alta que la otra y le pregunta, Simón, ¿cuál de ellos amará más?, su respuesta lógicamente fue, ¡quien se le perdonó más! Entonces Jesús comparó su actitud deshonrosa con la adoración escandalosa de esta mujer que ese día recibió el perdón de todos sus pecados, mientras que también fue expuesto el corazón falso de Simón.
Detengámonos un poco en el fariseo. Lo invitó a su casa, le dice “maestro”, pero no lo trató ni con la mínima decencia que se le daba a un invitado según las costumbres de sus días, no le limpiaron los pies, no le dieron besos, no le ungieron con aceite. Cuando las palabras y los hechos no coinciden, estamos ante la presencia de un mentiroso hipócrita.
Jesús le preguntó al fariseo ¿ves esta mujer? ¿Por qué él hace una pregunta evidente? Porque lo que le quiso decir fue ¿tú ves lo que yo veo? Simón, tú ves una prostituta, yo veo una mujer ultrajada. Simón, para ti ella merece castigo, para mí ella es la razón por la que estoy en este mundo. Jesús fue invitado por Simón el fariseo, pero fue celebrado por esa mujer ultrajada.
Ahora te invito a ver a la mujer. La adoración más escandalosa nace de gente rota. La gratitud desbordante emana de corazones que son conscientes de que no son merecedores de tanto amor. Cuando reconocemos nuestra humanidad entonces podemos escalar la divinidad y llegar al corazón de Dios. Si consideras que te puedes reconstruir tú solo, jamás entregarás tu vaso de alabastro a Jesús.
Ella rompió ese perfume costoso y lo derramó sobre Jesús, porque ese perfume caro era el que usaba para vender su cuerpo. Usaba lo más costoso de su vida para invertirlo en lo que la destruía, lo más costoso lo entregaba en lo que la desvalorizaba, lo más costoso lo dejaba en manos de quienes la ultrajaban.
Ella en Jesús encontró por fin un hombre que la vio con valor, en Jesús encontró un hombre con el cual se pudo reconciliar con el sexo opuesto, en Jesús fue libre del odio que sentía hacia sí misma y hacia los hombres, en Jesús encontró lo divino en un hombre.
Esa ofrenda escandalosa fue la evidencia que su corazón se volvió al único que se merecía su adoración. Ella necesitaba soltar el perfume, porque encontró a Jesús y él se constituyó en la verdadera fragancia de su vida.
Quizás ella estuvo en algún escenario anterior donde el amor de Jesús la invadió y ante la urgencia de su corazón agradecido necesitaba adorar y esa adoración escandalosa, la llevó a escuchar de la boca de Jesús: “Tus pecados te son perdonados”, fue entonces cuando se desató la plena seguridad de su liberación.
Su adoración fue escandalosa porque ante un amor incompresible, solo se puede retribuir con acciones escandalosas. Su adoración escandalosa fue una liberación. Ya no se pondría más ese perfume para venderse, por primera vez en su vida, el perfume pasó de ser un elemento de seducción, a ser un elemento de adoración.
¿Qué tienes para ofrecerle a Jesús?, ¿te atreverías a darle lo que consideras de más valor? ¿Quién eres? ¿Simón el fariseo o la mujer del frasco de alabastro?
Ap. Julie de Romero.
Apóstol de la Federación C.C.N en Valencia.
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