Ahí el Ágora: El final del discurso
El deseo y el afán por alcanzar denodadamente la felicidad, pasa desde todo ángulo humano por cada filtro y por cada sacrificio que, a la postre ayudará, pero que muchas veces no se le presta la mayor atención a las alarmas que se nos activan
Opinión.- Todo en esta vida llega a un punto en donde se necesita una reflexión profunda respecto al inventario o radiografía personal. Cada persona está llamada a detenerse en algún momento y, comenzar a plasmar episodio por episodio en el cuaderno que un día será leído y oído por nuestro hacedor.
El deseo y el afán por alcanzar denodadamente la felicidad, pasa desde todo ángulo humano por cada filtro y por cada sacrificio que, a la postre ayudará, pero que muchas veces no se le presta la mayor atención a las alarmas que se nos activan en nuestros corazones.
Por querer lograr muchas cosas de las que están debajo del sol, violentamos en variadas ocasiones los avisos y alcabalas, como advertencias directas y hasta subliminales, que de hacer caso a ese llamado o ‘sustico’ que nos toca el corazón, como señal de que algo está pasando o puede pasar y perjudicar; pero dejamos que la necedad tome ventajas.
Hay un público meta muy grande que busca levantar una carrera despiadada para sí mismo, se revientan sin vacilar en querer tener todo materialmente, no importando las consecuencias naturales y por supuesto espirituales.
Muchos por tener inteligencias extraordinarias y ser muy avezados en la vida, creen que pueden omitir las directrices emanadas desde el cielo. Procuran estructurarse otra vida superior e independiente a la gracia, y eso solo traerá ruina al alma y alejamiento del favor celestial.
Muy bien lo avisó el Predicador Salomón en el libro de Eclesiastés, que todo el fin del discurso oído, era temer a Dios, y guardar sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre (Cap 12:13). La palabra “todo” encierra la vida misma.
La única felicidad, que además es felicidad absoluta, gira en torno y dentro de tener una comunión con Dios y con su palabra. Fuera de estos lineamientos es imposible, léase bien, imposible lograr nada. La luz de Cristo pasa a morar en un corazón entendido y no en un corazón arrogante.
La infelicidad de muchos es producto de la escasa sabiduría, falta de sencillez y lo más atenuante, la falta de temor a Dios. Es por eso que muchas personas hacen y deshacen para alcanzar muchos bienes sin importar los medios que usan y las trampas que elaboran para enriquecerse indebidamente. Por eso inevitablemente llegan las consecuencias, porque todo se hará manifiesto y sale a la luz, por la falta de temor al Altísimo.
A menos que se acuda a Jesús y reconocer que solo la preciosa sangre nos limpia. Y desde esa partida comenzar un nuevo cuaderno, hacer cumplir en nuestras vidas los mandamientos, respetar más a Dios por muy capaz que nos sintamos en lograr las cosas, fíjate, que cuando tememos a Dios, lo honramos y, entonces viene a nuestras vidas misericordia y honra también.
En I Juan 1:7 está el infalible indicador para avanzar, sin andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión uno con otros...La sociedad toda debe caminar en ese radio de acción, cuando eso ocurra, todo aquello que represente un mal tesoro dentro de nuestros corazones será quitado por su sangre.
¡Sí se puede amigo lector(a), es por aquí la plaza pública comunicacional!
Otrosí o nota: Seguimos elevando las oraciones para que todos los conductores de los distintos vehículos sean prudentes y así disminuir los accidentes en el país.
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Lister Monteverde
