Ahí el Ágora: Dios levanta la tormenta
El profeta tenía una encomienda sin vacilación, como son todas las encomiendas del Señor, sin medias tintas. La tempestad en el mar era tan fuerte que, se pensó que la nave donde iba Jonás y los marineros se partiría
Opinión.- Muchas veces las tormentas son originadas por motivos naturales, imprudencias e ignorancia de la humanidad. El origen de una situación sobrevenida y que puede demoler la tranquilidad alcanzada, está en cómo interpreto y obedezco las órdenes.
Dios hizo levantar un gran viento en el mar por la desobediencia de un hombre llamado Jonás,- Jon. Capítulo 1-. Cuando el Señor mismo provoca y levanta viento fuerte, peligrosos motivos tiene el tres veces santo de ser Él mismo quien dirija la operación, prefiere guiar sus asuntos demostrando su soberanía total. Cuando el hombre obedece a Dios, hace caso de sus instrucciones, todo le fluye naturalmente.
El profeta tenía una encomienda sin vacilación, como son todas las encomiendas del Señor, sin medias tintas. La tempestad en el mar era tan fuerte que, se pensó que la nave donde iba Jonás y los marineros se partiría.
Hay tormentas que son producidas por Dios para provocar reacciones en el corazón del hombre. Cuando el Padre celestial observó que la dirección que tenía que tomar el hombre enviado no era la indicada, hizo que se levantara un fuerte viento.
Cuando nosotros procuramos darle otro rumbo a lo pautado por Dios, se originan cortocircuitos espirituales por la sencilla razón de que se invierten los sentidos y se alteran en el mundo espiritual los valores correctos. Muchas veces el Señor da una orden a su iglesia de hablarle del amor y su esencia a la humanidad, de hablar en qué consiste el reconocer a Jesús como el gran salvador a los líderes, sin embargo, se termina es en el meollo de la adulación.
Jonás tenía un mandado que hacer y cumplir. El Señor le dió una orden de pregonar el evangelio, la salvación a un pueblo sumido en su maldad que, dicho sea de paso, ya había subido delante de Dios. Esta gran ciudad de Nínive tenía cuenta que resolver, no solamente el pueblo, sino también su propio rey.
Nínive, capital del poderoso Imperio de Asiria, como fuerza dominante del mundo era muy cruel en sus acciones, es por eso que Dios envía a Jonás para hablarle de que tenía que dejar de ser tan cruel y, como ciudad, le era necesario recibir el mensaje fuerte de parte de Dios. En este capítulo está la frase “pregonar contra ella”.
No se trataba de que Jonás cayera simpático en esa ciudad, eso no era lo importante ni lo necesario. No se deben colocar caramelos muy dulces a los mensajes de salvación que Dios envía porque, aunque se vea contradictorio, cuando Dios manda a hablar de su palabra, en ella viene la corrección, el dolor, porque tu corazón se contrita, pero a la misma vez en la palabra está el bálsamo que te cubrirá, limpiará y sanará.
Específicamente, la maldad en Nínive era muy evidente y, por ser un imperio, su maldad se agrandaba por su factor dominante y acosador. Hoy hay las posibilidades de hablar de la persona de Jesús, de su proyecto de salvación. Hoy día, hay quienes en plena obediencia realizan el trabajo de manera efectiva y agradable a Dios. Pero hay también quienes tienen el mensaje del Altísimo para pregonárselo a todos, eso incluye a los grandes políticos que tienen muchos cuadrantes que pagar, pero falta mayor influencia evangelística en esas ruedas, más determinación.
El mensaje se le dá a los que desean trabajar para Dios, para bendecir y alertar a las comunidades y al establishment de que salgan de su error. Iglesias y líderes saben que tienen encomienda de parte de Dios para enfrentar lo torcido, empero, muchos terminan queriendo ser simpáticos y muy dulces a los hombres.
Por eso desvían el rumbo de la verdadera intención de Dios que, por amor y por el gran deseo de salvar a Nínive, manda el mensaje. Jonás desobedece al principio, porque tomó otro rumbo, pero Dios, por misericordia a ese pueblo grande, exhortó a Jonás a llevar la palabra de arrepentimiento tal cual y no a pasarle la mano dulce a esa comunidad, y mucho menos a su rey. Dios obra siempre para bendecir, aunque al inicio haya tormenta y palabra fuerte.
¡Sí se puede amigo lector (a), es por aquí la plaza pública comunicacional!
Otrosí o nota: Todo tiempo es oportuno y muy necesario cuando se trata de hablar con Dios, orar es imprescindible para que las cosas cambien para bien. Primero es Dios, seamos diligentes, como María, y no tan afanosa como Marta, expliqué en el pasado artículo.
Lister Monteverde