Opinión
Agustín Albornoz S.: Iniciando la Navidad
Para refrescarnos un poco sobre ello, seguidamente una adaptación de un artículo que leí en una revista de gran circulación en varios idiomas llamada Conéctate; en este artículo se examina la muy conocida novela Un cuento de Navidad de Charles Dickens
9 de diciembre de 2024
Opinión.- Ha pasado una semana de la que para mí en lo personal es la época más especial del año, por su muy importante significado (que usualmente se olvida) para la humanidad.

Para refrescarnos un poco sobre ello, seguidamente una adaptación de un artículo que leí en una revista de gran circulación en varios idiomas llamada Conéctate; en este artículo se examina la muy conocida novela Un cuento de Navidad de Charles Dickens, con algunas conclusiones:

¿Qué evocamos cuando pensamos en la Navidad? Quizá regalos, pinos, luces, buena comida, el nacimiento del Niño Jesús. Desde que Dickens publicó la novela en 1843, han surgido varias versiones de la historia del arisco Scrooge. Aunque la mayoría sabemos de la dureza de corazón y tacañería del protagonista E. Scrooge ¿alguna vez aplicamos a nuestra propia vida las moralejas de ese cuento?

La trama describe a un hombre roído por la avaricia y su dramático cambio positivo. Antes de ese cambio, Scrooge era todo lo opuesto de las buenas cualidades que encarna la Navidad: amor, generosidad, altruismo, benevolencia, empatía con los que nos rodean. Si bien Scrooge es un ejemplo extremo de tacañería, es quizá también una metáfora de la avaricia que todos abrigamos dentro de una forma u otra. Hay algo de egoísmo, a veces mucho, en todos nosotros, ¿no creen? Objetivos de los que nos apartamos, nobles ideales olvidados... ¿Pasamos junto a otras personas sin dirigirles una palabra o una mirada amable? ¿Estamos tan abstraídos que ni nos damos cuenta? Y hoy día con el celular…

No deberíamos esperar a llegar a tal extremo de egoísmo como Scrooge para decidirnos a cambiar. ¿No sería estupendo que en cada Navidad examináramos con franqueza nuestra vida, lo que hemos hecho en el pasado, lo que hacemos hoy y nuestras metas hacia el futuro, y meditáramos sobre lo que tiene más importancia para nosotros?

En un acto supremo de amor y generosidad, Dios envió a la Tierra a Jesús para que nos enseñara cómo es su amor y por último comprara con su muerte nuestra salvación eterna. En Navidad celebramos la entrega de ese inefable regalo.

Aunque no podemos devolverle lo que él hizo por nosotros, Jesús dice que todo lo que hagamos por uno de sus hermanos más pequeños, por él lo hacemos (ver Mateo 25:40). En conclusión, toda palabra amable y acto amoroso que ayude a una persona, aunque no sea lógico ni conveniente para nosotros, termina beneficiándonos, muchas veces inesperadamente.

Si tomamos a Jesús como modelo de conducta, podemos aspirar a reflejar algunas cualidades que redundarán en nuestra felicidad y nos convertirán en instrumentos de bien para quienes nos rodean, y en mejores personas en general.

Revaluemos nuestra vida y valores, y reflexionemos para admitir qué es lo que está motivando todas nuestras acciones; y no solo en Navidad. Disfrutemos el presente y aprovechemos al máximo cada ocasión que surja de ayudar sinceramente a otro ser humano, al final eso es lo único que quedará.

@viviendovalores
Agustín Albornoz S.
Sigue la información minuto a minuto en nuestro Telegram Instagram Facebook Twitter ¡La noticia en tus manos!
VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Editoría de Notitarde