Opinión
El ladronzuelo gremial
"El hábil pilluelo recibía considerables “donaciones” cuyo recursos nunca ingresaron al patrimonio de este importante gremio"
15 de enero de 2024
Opinión.- El hábil pilluelo. En el Colegio de Abogados del estado Carabobo, se ha producido un notable hallazgo o descubrimiento, es la elaborada confección de un verdadero tejido de corrupción, vicio y descomposición que pareciese desbordar los amplios y clorofilos espacios de esta sede gremial. La astuta y mañosa vocación fue llevada a cabo por quien ejerciese, por tan solo 9 meses, la presidencia del gremio abogadil. Algunos indignados juristas señalan, con enfática certeza, que este sagaz ladronzuelo, este ladino caco siempre se hacía acompañar para estas peripecias administrativas de un amplio y oscuro morral, repleto el mismo, de suculentas Chayotas, es decir que la depravación se pavoneaba, como otrora y singular reina de carnaval, por los pasillos de la sede gremial. Pero esta censurable revelación fue producto de una extenso registro por parte de la actual junta directiva de nuestro colegio de abogados, que fuese designada por el Tribunal Supremo de Justicia y quienes procedieron a ordenar una inmediata auditoría al delictivo paso institucional del hábil pilluelo, que cruelmente ha teñido de vergüenza la reconocida trayectoria gremial y académica de toda una honorable familia. Los calificados revisores e inspectores acometieron, de ardua manera, la tarea encomendada e inmediatamente saltaban, desde escondidos escritorios, desde solapados archivos las irregularidades, exhibiendo el descaro y la improvisación, ya que eran realizadas a diario y sin guardar una necesaria pausa en el arrebato, timo y pillaje. La voluminosa auditoría, que será trasladada la semana próxima a los diferentes órganos competentes para el debido establecimiento de responsabilidades y sanciones, nos revela casi desesperadamente, los diferentes actos que se llevaban a cabo en el despacho del impúdico presidente y ladronzuelo. Múltiples deudas con estafados acreedores, innumerables e ilegales otorgamientos de concesiones, sin contar no solo con la aprobación de una ineludible y obligatoria asamblea de abogados, sino que carecían de la básica elaboración del respectivo contrato, a cambio, en una suerte de tropical trueque, de estas caritativas licencias, el hábil pilluelo recibía considerables “donaciones” cuyo recursos nunca ingresaron al patrimonio de este importante gremio. Por otra parte se verifica, según la reveladora auditoría, la súbita aparición de la sustracción y la ratería, ya que se encuentran desaparecidas valiosas obras de arte de connotados artistas nacionales y que al parecer fueron trasladadas a la lujosa residencia de un familiar del descubierto cleptómano, ubicada al norte de Valencia, siempre acompañadas, las valiosas obras, del aquel oscuro y abultado morral atiborrado de apetitosas Chayotas. Igualmente se verificaron un número importante de pagos de nutridas facturas emitidas por una empresa con la comercial denominación de High Laboratorio de Marcas C.A., quien presuntamente se dedica a la noble misión del asesoramiento en materia de publicidad y mercadeo. Lo curioso nos sorprende, ya que la referida empresa especialista en lides de publicidad mantenía una estrecha e indiscreta relación con un conocido establecimiento comercial dedicado a la masiva venta de electrodomésticos y artículos del hogar. En fin todo se presenta con el roído ropaje de lo delictivo y punible. Esperamos la pronta y eficaz actuación de los diferentes órganos competentes para sancionar, de manera ejemplar, el amplio prontuario criminal de este experimentado ladronzuelo y que decante en cualquier centro penitenciario con la sola compañía del gris escenario de gélidos barrotes. Que todo esté preparado en nuestros terminales aéreos para su regreso después de su amplio periplo que lo ha llevado, con lo descaradamente birlado, a varios países, siempre acompañado de sus cómplices Chayotas. Igualmente aguardamos el cristalino pronunciamiento de nuestra academia para que sea relevado como profesor o docente dentro de las instalaciones de nuestra centenaria universidad, ya que siempre representará un latente y temible peligro para el menguado presupuesto de toda la masa estudiantil.



El delincuente y su apología. Al repasar el prontuario del hábil pilluelo, tan solo podemos remitirnos a un breve y entretenido cuento que parece resumir la verdadera esencia delictiva del ladronzuelo gremial. “Caco Malako era ladrón de profesión. Robaba casi cualquier cosa, pero era tan habilidoso, que nunca lo habían pillado. Así que hacía una vida completamente normal, y pasaba por ser un respetable abogado. Robara poco o robara mucho, Caco nunca se había preocupado demasiado por sus víctimas; pero todo eso cambió la noche que robaron en su casa. Era lo último que habría esperado, pero cuando no encontró muchas de sus cosas, y vio todo revuelto, se puso verdaderamente furioso, y corrió todo indignado a contárselo a la policía. Y eso que era tan ladrón, que al entrar en la comisaría sintió una alergia tremenda, y picores por todo el cuerpo. ¡Ay! ¡Menuda rabia daba sentirse robado siendo él mismo el verdadero ladrón del barrio! Caco comenzó a sospechar de todo y de todos observando un ladrón detrás de cada sonrisa y cada saludo. Tras unos cuantos días en que apenas pudo dormir de tanta rabia, Caco comenzó a tranquilizarse y olvidar lo sucedido. Pero su calma no duró nada: la noche siguiente, volvieron a robarle mientras dormía. Colmado de ira, volvió a hablar con la policía, y viendo su insistencia en atrapar al culpable, le propusieron colocar una cámara en su casa para pillar al ladrón con las manos en la masa. Pasaron unas cuantas noches antes de que el ladrón volviera a actuar. Pero una mañana muy temprano el inspector llamó a Caco entusiasmado, ¡Venga corriendo a ver la cinta, señor Caco! ¡Hemos pillado al ladrón! Caco saltó de la cama y salió volando hacia la comisaría. Nada más entrar, diez policías se le echaron encima y le pusieron las esposas. En la imagen podía verse claramente a Caco Malako sonámbulo, robándose a sí mismo, y ocultando todas sus cosas en el mismo escondite en que había guardado cuanto había robado a sus demás vecinos durante años, casi tantos, como los que le tocará pasar en la cárcel”. Resulta que el mismísimo Caco Malako llegó hasta ser presidente del Colegio de Abogados del estado Carabobo. Y esa es la verdad.
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VÍA NT
FUENTE César Burguera