Venia Cipriano Castro avanzando hacia el centro con su “Revolución Restauradora”, imposibilitado de cruzar el río Tocuyo por una crecida, se detiene en el caserío de Parapara el día 25 de agosto donde hace su campamento. A las seis de la mañana un cañonazo da la alarma. Es el presidente del estado Lara Elías Torres, que los bombardea mientras sus tropas avanzan, pero los del gobierno son emboscados por tropas revolucionarias que se encontraban estratégicamente escondidas entre los cardonales. Los restauradores hacen gala de su habilidad con machetes y espadas y en veinte minutos desbaratan la columna de Torres, cuyos soldados, presas del pánico se rinden em masa. Los alzados hacen más de 200 presos, y logran un botín de 600 fusiles Mauser, 30.000 cartuchos…y lo más importante un cañón Krupp de 60 milímetros con sus accesorios y municiones.
Ese mismo día el Gral. Joaquín Garrido, jefe de los restauradores emite una proclama rimbombante donde dice:
“La Divina Providencia, pródiga siempre con la magna empresa que principió el 23 de mayo, dirigida por el eximio y predestinado Castro, acaba de marcar con sud dedo infalible la fecha de hoy, que en la historia quedará anotada como timbre honorífico…un cañón Krupp con todos sus accesorios y municiones…quitado al enemigo, he aquí un trofeo que tiene que enorgullecer…”
Esto fue una adquisición fundamental para el equipo de la revolución ya que los alzados no tenían ningún tipo de artillería, aunque no tenían personal con conocimiento en el uso de cañones. El cañón alemán formaba parte de un lote de 60 piezas, sobrantes de la guerra franco-prusiana adquirido por el gobierno de Joaquín Crespo.
Las fuerzas de Castro continuaron su avance hacia el centro, sorteando algunas veces al ejército enemigo y otras veces enfrentándolo hasta que llegan a Tocuyito a mediados de septiembre donde toman posiciones. Hasta allá llega el ejército gubernamental, que busca impedirles la llegada a Valencia. Los de Andrade los doblaban en número y equipamiento, pero con los mandos anarquizados y divididos.
Las tropas del gobierno toman fuertes posiciones protegidos en dos casas en las inmediaciones del camino de San Carlos desde donde hacen fuego con los nuevos fusiles máuser de repetición contra los alzados y dominan la situación por unos momentos.
Castro ordena entonces usar su cañón, el cañón de Parapara. Lo hace trasladar hasta el sitio para bombardear la posición gubernamental. Y es allí cuando los “artilleros” castristas, de manera increíble, que nunca antes habían usado un cañón, impactan de lleno con el primer tiro a la casa fuerte de las tropas de Andrade. Luego viene otro cañonazo y otro, que destruyen la posición y hacen huir a los sobrevivientes.
Por otra parte, tropas del gobierno que avanzan por los cañaverales, sin uniformes ni banderas, son ametralladas por sus compañeros que no los reconocen. Así poco a poco las tropas de los revolucionarios van tomando posiciones y los del gobierno confundidos y desmoralizados van huyendo en desbandada, unos hacia Valencia y otros con rumbo a Nirgua.
En la tarde Castro, herido al caer su caballo, se da por victorioso. A los pocos días entra en Valencia y semanas después en Caracas toma el poder.
Con la llegada de Castro al gobierno los andinos debutan en el poder y se se inicia una larga hegemonía: Castro ocho años, Gómez 27, López Contreras 4 y Medina otros 4. Luego de un intervalo de 3 años vuelven los andinos al poder con Marcos Pérez Jiménez y hasta los dos gobiernos de Carlos Andrés Pérez tienen que ver con el acceso de los hombres de las montañas al control del estado. Y en mucho de esto tiene que ver el cañoncito de Parapara.
Luis Heraclio Medina Canelón
