Calidad de vida: Reynaldo, poesía y medicina
Los medicamentos y la cirugía pueden salvarnos, pero sólo la lectura y la poesía pueden curarnos
Opinión.- , aseguraba el poeta y médico Reynaldo Pérez Só. Y tiene sentido que el lenguaje, la herramienta que nos ayuda a comprender y dar sentido a la vida, al mundo, sea también el medio a través del que encontramos la paz, el refugio contra el dolor y el consuelo de saberse acompañado en la adversidad.
En homenaje a Reynaldo, quien cambió de paisaje el pasado 30 de julio, recordamos su faceta menos conocida a través de una entrevista que le hicimos en marzo de 2013 cuyo tema fue la poesía y la medicina.
En cuanto a si pueden vincularse ambas, indicaba que no veía mayor diferencia porque en cada una está presente el ser humano. Consideraba que la medicina es una carrera realmente humanística, que comienza por serlo desde el momento en que hay una relación directa con la persona afectada y donde el médico se convierte, también, en una especie de confesor.
En este sentido, destacaba la importancia de la interacción con la persona que acude al médico. “Tiene que haber una buena relación con la persona afectada, si no la hay, prácticamente está perdida la batalla contra la enfermedad. Es el paciente quien abre todas las posibilidades del diagnóstico y también del tratamiento”, aseguraba.
Sobre el camino que lo condujo a convertirse en médico, recuerda que José Regino Peña, cuando fue Decano de la Facultad de Medicina en la Universidad de Carabobo, lo entusiasmó a que retomara un deseo de adolescente, el de estudiar esa especialidad. “Me dijo algo realmente importante: que yo era como un médico de las almas pero que me hacía falta ser médico del cuerpo. Eso me convenció y decidí estudiar la carrera”, refería entonces.
En su numerosa producción poética, hay un libro cuya escritura está más directamente relacionada con el tema de la medicina, sobre el mismo comenta: “Cuando trabajaba en el hospital, escribí un poemario que se llama Px, que significa paciente y es sobre la enfermedad, todas las cosas que veía allí, las pequeñas y las grandes, el dolor, el sufrimiento… eso me servía a mí, por decirlo así, de “inspiración”. Lo escribí porque había que dejar constancia de esa realidad y el poeta es un testigo, es como el vocero de la tribu, es quien contribuye a preservar la memoria colectiva, en este caso, a través de la poesía”.
Para concluir, compartimos uno de sus poemas: "Los que soñamos / sentimos el sueño más hermoso / nos morimos temprano / porque no somos sueños / ni pájaros / y el aire nos pesa / sin embargo con todo / volvemos cada noche / para morirnos de otro sueño.