Después de enormes esfuerzos para tratar de solventar la colérica patología psiquiátrica, la decente familia del “Dopado Caminante” ha renunciado a seguir sufragando los ingentes gastos producidos por el estricto tratamiento y necesaria vigilancia. El “Dopado”, siempre con su peculiar y coqueto tongoneo, con su bufanda de delicada tonalidad rosa, habría decidido hacer caso omiso a las instrucciones giradas por una calificada pero costosa junta médica que indicó, de manera enfática, que era necesario suministrar un cóctel o combinación de potentes psicotrópicos para hacerle frente al demoledor síndrome de Trastorno Explosivo Intermitente, conocido por sus asoladoras siglas de (TEI) y que le fuese diagnosticado al “Dopado Caminante” al sucederse infinidad de eventos que decantaban en una inexplicable rabia, enojo y cólera. El (TEI) dramáticamente se ha apoderado del quebradizo cuerpo del “Dopado” que exhibe una complexión famélica y su rostro se nos presenta con una alarmante y grisácea pigmentación. Ante este aflictivo escenario, su digno entorno familiar, después de un devastador debate, decidieron no seguir acompañando, con automática solidaridad, los diarios atropellos y desenfrenos del “Dopado”, sometiéndolo prácticamente a un oprobioso abandono, ya que hasta los amantes del pasado reciente, han huido o sigilosamente escapado ante la intemperante vocación de someterlos a crueles humillaciones que acompaña de verdaderas tundas y golpes que conspiraban contra la integridad física de sus otrora pretendientes. En la actualidad el “Dopado” se muestra desgarbado, desaliñado y hasta maloliente. Su única actividad consiste en trasmitir, a través de citadinos chats, su arrebatado ademán que lo acompaña con una tierna gráfica en su digital perfil donde luce una extensa túnica rosácea y una curiosa postura de sus muñecas, con sus delicados huesos carpianos y metacarpianos, los cuales flexiona con insuperable sutileza. El “Dopado Caminante” se ha rendido ante el pecaminoso ejercicio de maldecir. En sus alocados textos blasfema y recuerda la traición que fue concebida por parte de su comando de campaña dirigido por la edil Mariela Domínguez, quien desde un alto despacho en el ayuntamiento valenciano, le exige que proceda a sufragar las incalculables deudas a centenares de blancos militantes que sirvieron para asegurar la eficiencia de un equipo electoral, ese mismo que remitió al “Dopado” a un indecoroso tercer lugar en los comicios regionales de aquel noviembre del 2021. Víctima de sus propios y atormentantes demonios, con una descuidada barba y cabellera, mostrando una amarillenta dentadura que indica que el fiel cepillado es tan solo un olvidado hábito, llega a expresar, sumido en el consumo de recreativas drogas, algunas procaces aseveraciones “Maldito enfermo dedicado a desonrar a los Valencianos en sus más íntimos y dolorosos momentos”. Y allí precisamente nos percatamos de la gravedad de la patología del “Dopado”, que el (TEI) ha hecho definitiva mella, ya que interpreta que como la letra H es muda, se tomó la ortográfica licencia de erradicarla del verbo “deshonrar”. Desde matinales horas inicia su disparatado periplo, un profuso sudor parece hacer colapsar su grasiento y asqueroso cuerpo, apenas logra balbucear cualquier frase en fase de incurable delirio y así culminar la extenuante jornada de aislado caminar en cualquier oscuro rincón de la ciudad, solo acompañado de un sombrero roído por la lacerante acción de las cetrinas larvas y gusanos. Vuelve Andrés Eloy para nuevamente insinuarnos
“De Chachopo a Apartaderos
Caminas Luz Caraballo,
con violetitas de mayo
con carneritos de enero”.
El Ángel Gorrero
No haremos mención al celestial ángel que se constituye en ese ser sobrenatural presente en varias religiones y mitologías, cuya función principal es servir a una deidad suprema. Nos corresponde seguir develando el listado de audaces y hábiles agoreros, que se presentan como invulnerables dirigentes ante el ingenuo sector opositor, pero que acuden raudamente a formales recintos del ejecutivo regional con sus alforjas plenas de solicitudes para que sea saciada su inconmensurable codicia. El resultado siempre será el mismo, la deshonrosa retirada pero siempre acompañados de un deferente obsequio, dos bultos de alimento para dóciles caninos, un par de voluminosos paquetes de la nacional y reconocida Perrarina. En esta ocasión se presenta un dirigente caído en desgracia. La suerte se le ha distanciado de manera dramática. En los pasados comicios regionales del año 2021, ni siquiera fue tomado en cuenta para cualquier cargo de representación popular, a pesar de sus agobiantes súplicas e imploraciones. Ante la irreverente afrenta, el “Ángel Gorrero” se refugió en el municipio Naguanagua y se ufanaba de ser el jefe de campaña del revolcado aspirante opositor a esa medular alcaldía. Todo formaba parte de un elaborado ardid, ya que logró embolsarse importantes recursos de algunos desprevenidos empresarios y comerciantes que fueron estafados por la extorsiva conducta del “Ángel Gorrero”. Después de aquellos históricos comicios de noviembre del 2021, llegaba a confesar “Pancho era un muy mal candidato y yo me limité a trabajar a media máquina, a brazos caídos”. Esta reveladora afirmación la realizó, henchido de orgullo, precisamente en los espacios de la residencia oficial del estado Carabobo. Extraviado y sin rumbo fijo se encontró con un supuesto evento electoral de unas remotas primarias opositoras y esa renovada alucinación lo ha convertido, como su solidaria caterva de vagos y gorreros, en súbitos envalentonados y hasta llega a amenazar, de manera desautorizada, con el accionar de una alcaldía revolucionaria, donde se jacta tener algunos azulados aliados. El “Ángel Gorrero” pretendió sumarse a una de las opciones, después de renunciar a VP y donde logró convencer a varios crédulos dirigentes de esa alicaída tolda naranja que lo acompañaran en esta segura aventura. Sin embargo al ingresar los umbrales del azul recinto de Vente, le fue notificado, por las diferentes jefaturas, que no se le podía conceder alguna responsabilidad dada su desdichada trayectoria. Un furibundo García y un frenético edil Luna le exigen alguna explicación y el “Ángel Gorrero” solo guarda su característico y manso silencio. A hurtadillas asume eficientemente su condición de ser el leal chofer de la coordinadora del voluntariado, Marielena Gimenez de Mata, a quien envía, de manera recurrente, el mismo mensaje de texto “Dra. Aquí estamos a su entera disposición, estoy estacionado al frente de su residencia. Saludos fraternos a su cónyuge Carlos” el “Ángel Gorrero” permanece inmóvil, no hay hora, ni horario, pero aún anhela aquel delicioso fardo de la nacional Perrarina. Y esa es la verdad.