Opinión
César Burguera: Los tristes bufones
“Aún retumban los efectos del excepcional acto que logró convocar en Puerto Cabello”
25 de abril de 2023
Opinión.- El “Dueto Bariatrico” 

Aún retumban los efectos del excepcional acto que logró convocar en Puerto Cabello, esa misma ciudad que sigue de moda, a una indescriptible manifestación popular. Fue el costero espacio para albergar la esperanza y la ilusión. Ante la categórica realidad, han surgido los mismos luctuosos personajes, con su rostro demacrado por la inclemencia de inagotables reveses y son el fiel reflejo de la frustración y el desbarato. Nos convoca el deber de señalar quienes insisten, desde sus inmorales posiciones, en comprometer, con su agónica voz, el rumbo definitivo de este venerado territorio. Corría raudamente aquel año 2015, surgían, como sombras, un desdichado plantel de irreverentes parlamentarios de la extinta Asamblea Nacional, los mismos que pretendieron erradicar la memoria y presencia de Bolívar y Chávez no sólo del soberano recinto, sino que buscaban suprimirlo del espíritu de todo un comprometido pueblo. A esa indecente camada parlamentaria pertenecían dos nacionales legisladores que presentaban serios problemas de incontrolable obesidad, que les impedía poder sentarse en cualquier macizo curul y sus colegas huían ante la posibilidad de que los escaños estallaran ante la inconmensurable presión ejercida por las posaderas de los dos infames diputados. Todo era temor, pavor y espanto en el hemiciclo. Ante la agobiante situación que trastocaba la tranquilidad de la Asamblea Nacional, el presidente de esa instancia legislativa, los llegaba a increpar y les sugirió que se sometieran a una compleja operación bariatrica para el despojo de sus desproporcionados kilos que amenazaban la integridad física de cualquier parlamentario. Los excesivos gastos de las intervenciones quirúrgicas serían sufragados por la presidencia de la AN, la misma de los excesos y libertinaje del impúdico interinato. Pero al parecer se cumplió la conseja popular “Fue peor el remedio que la enfermedad”, ya que los ex diputados Juan Miguel Matheus y Marco Bozo ingresaron en una verdadera vorágine de conductas reñidas con los más básicas nociones de moral, decencia o pudor. El “Dueto Bariatrico” sucumbió a los irreversibles efectos de los complejos procesos de recuperación de sus respectivas operaciones y causaron un demoledor daño a sus disminuidas capacidades. Duro golpe para la mohosa, enfermiza y amarillenta “Secta Justiciera”, que dirigen precisamente Juan Miguel Matheus y Marco Bozo. En la actualidad son sencillamente unas penitentes almas en pena. Juan Miguel Matheus, el sacrosanto “Meapilas” quedó reducido a su íntimo recinto de oración y según malpensadas versiones, de masturbación en su pagana pero lujosa residencia capitalina después que fuera excomulgado por la prelatura del Opus Dei, pero continúa elevando sus fervorosas plegarias al mismísimo San Josémaría Escrivá, sometiéndose a largas jornadas de auto flagelación a través del infalible y desgastado Cilicio, creyendo que es la vía para la expiación o perdón celestial por cada una de sus descubiertas y lujuriosas conductas. En pasado días se permitió la licencia de publicar una indescifrable columna de opinión donde finalizaba con la expresión “Carabobo necesita dignidad en sus políticos, no un vampiro que chupe sus reservas morales”. La sorpresa nos abofetea, ya que fue precisamente el sacrosanto “Meapilas” Matheus quien se observó descubierto en flagrancia, por el sagrado prelado, en pleno ejercicio de chupetear enloquecidamente un viril miembro, razón fundamental para su inmediata degradación y destitución de la honorable grey. Por otra parte Marco Bozo no corrió con diferente azar, relegado y sumido en una desesperante soledad, compartiendo, entre íntimos amigos, querencias y parejas, se topó con el flagelo del consumo de cualquier sustancia que lo lleva a estados de excitación y delirio. Los alucinógenos hicieron su cruel trabajo sobre el famélico Marco Bozo, quien se le observa deambular, con un inquietante movimiento de mandíbulas, en cualquier calle o vereda de la ciudad donde se surte diariamente de sus narcóticas sustancias, pero ahora exhibiendo unas preocupantes ojeras que advierten todos los síntomas de padecer una grave e irreversible patología producida por transmisión sexual. Un desorientado Bozo elude cualquier puesto de control anti dopaje que pudiese revelar el verdadero coctel de estupefacientes que colma su torrente sanguíneo.


El otro impúdico titiritero

Igualmente se nos presenta el descaro y el desparpajo. Es el caso de un triste y maleante personaje que ha asumido una supuesta condición de dirigente político. Deambula en su diario trajinar, siempre acompañado con su fiel frasco de arrebatado licor que lo consuela en su atormentado paso y que ha hecho añicos cualquier vestigio de estabilidad. Los terribles fantasmas de su insalvable soledad lo asechan y nuevamente se esconde en un rincón de cualquier oscuro botiquín. Por ello es que abatido procede, en horas de limitada sobriedad, a realizar confusos reproches. Roberto Vernet divagando entre delirios y ofuscación, aparece en sus reducidas redes sociales para balbucear infundadas críticas. Y así podemos recordar su trayectoria como privilegiado burócrata de una pasada gestión de gobierno por más de una década y donde su inocultable vocación de incurable ratero ejerció todo tipo de obscenas conductas que decantaron en su abrupta salida del andamiaje institucional. Pero sígame ávido lector para que conjuntamente hagamos un bosquejo del prontuario delictivo del beodo Roberto Vernet. Su reciente incursión en la actividad política se debe a sus falencias de orden económico tras haber dilapidado, entre vicios y perdición, una verdadera fortuna, producto de sus descarados ejercicios en la administración pública regional y donde fuese sancionado por la Contraloría General de la República quien detectó su paso criminal en el ejercicio de funciones públicas, como la indebida apropiación de recursos, en modalidad de fidecomisos, que debieron ser invertidos en obras tales como la emblemática Maternidad del Sur, importantes instalaciones educativas y aquella inexistente ampliación de la avenida “La Hispanidad”, pero que el “ingenuo” Roberto Vernet traspasaba hábilmente a sus cuentas personales. Otra modalidad de este truhán consistía en exigir una alta comisión de las obras adjudicadas para abultar su patrimonio en cómplice connivencia con algunos operadores bancarios. En la actualidad el timador de Roberto Vernet se presenta, en matinales horas, antes de que lo alcance el recurrente vicio, para temblorosamente señalar irregularidades en reivindicadas y recuperadas instituciones públicas, esas mismas que en el pasado fungía como estricta garita para cobrar sus respectivos beneficios y comisiones. En aquel entonces no le interesaba ni el reclamo del común, ni la exigencia del colectivo. Solo bastaba regodearse con sus ingentes recursos descaradamente saqueados a ese pueblo. Vuelve a resonar aquella enfática frase “Borracho no es gente”. Y esa es la verdad



Por César Burguera 
Sigue la información minuto a minuto en nuestro Telegram Instagram Facebook Twitter ¡La noticia en tus manos!
VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde