Opinión
Cita con la historia: 1941, llamas en Puerto Cabello
"Recientemente se cumplió un aniversario más de uno de los hechos que más ha conmovido a la colectividad "
21 de abril de 2023

Opinión.- Recientemente se cumplió un aniversario más de uno de los hechos que más ha conmovido a la colectividad de Puerto Cabello. La mayoría de la gente piensa que en Carabobo éramos totalmente ajenos a la segunda guerra mundial, pero no es así. Tengo la fortuna de contar con recuerdos muy personales, relatados por mis antepasados, de vivencias relacionadas con la guerra.

Cuando estalla la guerra, mi abuelo Luis Eudoro Medina era gobernador del distrito Puerto Cabello. Era autoridad en materia de seguridad y el jefe de la policía.

Al iniciar la guerra, los barcos de Italia y Alemania que navegaban en el Caribe se refugiaron en puertos de naciones neutrales como Venezuela, para evitar que los buques de guerra aliados los capturaran. En Puerto Cabello se habían refugiado 3 barcos italianos (Tersa Odero, Jole Fassio, Trottiera) y el Sesostris (alemán). Eran barcos mercantes que se dedicaban al transporte de mercancías, combustible y personas.

Sus tripulaciones hacían vida en el puerto ya que les sobraba el tiempo y era poco el trabajo que tenían en sus buques. De vez en cuando ofrecían alguna modesta fiesta por fechas nacionales, a las que invitaban a representantes del gobierno.

Pero el 31 de marzo de 1941, los capitanes de los barcos reciben radiogramas de Roma y Berlín: existe la información de que sus barcos van a ser requisados y entregados a los aliados y, por lo tanto, hay que evitar a toda costa que esas naves caigan en manos del enemigo y deben destruirlos inmediatamente.

Sin pérdida de tiempo, alemanes e italianos procedieron a incendiar sus buques. Al verse cuatro barcos envueltos en llamas causó la natural alarma en la población. Había el temor de que una fuerte explosión afectara a las casas del puerto.

Seguidamente pasó algo que pocos conocen y no se ha publicado en ningún libro o artículo: mientras civiles y militares se movilizaban por el incendio, mi abuelo Luis Eudoro, en la sede de la Jefatura Civil, dirigía las acciones de su personal y coordinaba con otras autoridades de la población.

De repente, escucha desde su despacho un sonido que llega desde afuera: es como una marcha o desfile. El inconfundible sonido del cuero de los zapatos golpeando el piso; son los pasos firmes de una columna que avanza marcialmente.

Cuando sale a ver qué pasa, se encuentra con toda la tripulación del Sesostris, el buque alemán, en correcta formación militar, alineados a las puertas de su despacho.

Frente a ellos, el capitán. Se cuadra, saluda militarmente y en su pobre castellano dice en tosca pronunciación:

-Herr gobernadorrr, vengo a entrrregarme con toda mi tripulación. Acabo de hundir mi barco ¡No podía dejarrr que cayerra en manos del enemigo!
Inmediatamente se detuvo a los alemanes.
 
Los buques italianos estaban siendo consumidos por el fuego, pero ¿dónde estaban los italianos tripulantes de sus 3 barcos? ¿Se estarán hundiendo con sus naves? No se veían por ninguna parte. Se ordenó a la policía buscarlos por las playas o los muelles... ¡y nada! ¡Se habían escondido!

Poco a poco, en los días siguientes fueron apareciendo. Ocultos en los montes o refugiados en las casas de las “chicas malas”, tan abundantes en los puertos, hasta que, después de muchos días, fueron capturados todos los italianos.

Se abrió juicio a los capitanes por el delito cometido y todas las tripulaciones fueron recluidas bajo vigilancia en San Esteban, Chirgua y Valencia.
Al final de la guerra fueron liberados y algunos se quedaron aquí fundando sus familias.

Uno de los alemanes vivía como ermitaño en las montañas cercanas al Puerto criando cochinos y solo bajaba de vez en cuando a vender un marrano y comprar aguardiente.

Los barcos italianos lograron ser salvados y el gobierno los vendió, mientras que el Sesostris quedó tan dañado que fue llevado a Isla Larga para convertirse en un arrecife natural y allí lo podemos ver a la orilla de la playa.

M.C. de la Academia de Historia del Estado Carabobo  

Por Luis Heraclio Medina C.
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde