Opinión
César Burguera: Los envalentonados gorreros
“Surgen como verdaderos parásitos, como experimentados vividores”
18 de abril de 2023
Opinión.- Los incansables parásitos

Suele suceder que después de haberse producido hechos u eventos con una trascendental resonancia en todo el territorio nacional, surgen como verdaderos parásitos, como experimentados vividores algunos personajes, no solo con el ánimo de desprestigiar el esfuerzo sino, que con cínica actitud, pretenden proporcionarnos lecciones de ética o moral, siendo ellos los del incansable ejercicio de indignante chuleo. Para estos timadores de oficio no existe algún límite para ejercer, con inusitada desfachatez, todas aquellas acciones que puedan decantar en algún tipo de beneficio económico, despojándose, con absoluta espontaneidad, de sus respectivas vestimentas de arraigados opositores. Los maleantes recurren a la ligera e insolente descalificación que es elocuente signo de una irreversible patología de pérdida gradual de sus menoscabadas memorias, ya que son los mismos de la obstinada solicitud para el directo encuentro, son los mismos que llegaban a suplicar al menos un básico intercambio de palabras. Innumerables llamadas, multiplicados mensajes con el mismo texto “Quiero hablar con el gobernador”. Uno de estos emblemáticos casos de súplica y ruego lo representa, en su exacta dimensión, Francisco Bello quien se ufana de dirigir una supuesta empresa encuestadora. Un emocionado “Gordo” Bello traspasaba los umbrales de la residencia oficial, su pálido rostro era la cristalina señal de su inocultable exaltación, de que había llegado el aguardado momento, que sus preocupaciones de índole económico o financiero serían absolutamente erradicadas. Francisco Bello llegaba a destacar, con real asombro, la exultante clorofílica tonalidad que ostentaba los jardines del estadal recinto. El punto máximo del encuentro se produjo con el arribo del mandatario regional, quien se convertía en una suerte de paciente sacerdote y así poder escuchar las interminables confesiones sobre lo que ocurría en la maltrecha oposición. Delaciones que iban desde la detallada descripción de innumerables hechos , así como también la exposición de mensajes y hasta audios que intercambiaba diariamente con importantes dirigentes opositores regionales y nacionales. Ante la formal entrega, Francisco Bello, alto funcionario de la gobernación de Nueva Esparta, llegaba a pensar que el mandado estaba hecho y frotándose enérgicamente sus manos, procedía a realizar la solicitud para que se le hiciese llegar mensualmente una importante cantidad de recursos en extranjera divisa para mantener debidamente informado de cualquier acontecimiento de importancia que tuviesen planificando desde el sector opositor. Igualmente en el monólogo del “Gordo” Bello, aún sumido en una incontrolable agitación, se desprendía un confuso y singular hecho para proporcionarle mayor fuerza a su pretensión económica y colocaba como principal aval o referencia a un ex gobernador de un estado oriental, que lleva como apellido la capital del territorio inca del Perú, de pública militancia con la revolución y con el cual había concretado varias ocultas transacciones en la ciudad capital, delicada circunstancia ya que pudiesen estar dentro de la agenda de la categórica y concluyente cruzada que ha emprendido el gobierno nacional y el ministerio público contra el aberrante flagelo de la corrupción. Sin embargo la adulante retórica de Francisco Bello, sus descaradas delaciones no pudieron alcanzar los objetivos y ni siquiera consiguió que se le tuviera algún tipo de compasión antes sus desesperadas exigencias. Concluía la reunión y el “Gordo” Bello abandonaba realmente hundido la residencia oficial. Pero al parecer no todo fue en vano, ya que refieren que se le proporcionó, como desprendido obsequio, 2 generosos paquetes de alimentos para canes, 2 voluminosos bultos de la emblemática marca nacional Perrarina.



Otro de los gorreros

La pasada semana aparecía en algunos portales informativos, una declaración donde se llamaba a una verdadera revuelta popular que pudiese comprometer el tránsito que ha fijado el gobierno del estado Carabobo. La enfática proclama provenía del taciturno dirigente Armando Amengual, el mismo que sufre de la compulsiva enfermedad de presentar recurrente su nombre en cualquier evento electoral. Cualquier distraída persona pudiese pensar que las múltiples y fracasadas aspiraciones de Amengual obedece a su altruista vocación por el inquebrantable compromiso con una ciudad o un estado, nadie pudiese advertir que detrás de la fachada de las innumerables candidaturas, detrás de las costosas vallas publicitarias se esconde una verdadera trama de continuada estafa, ya que al presentar o formalizar su aspiración ante el órgano comicial, se inicia por parte de Armando Amengual un mecanismo de abierto matraqueo a un grupo de empresarios y de esa forma procede a desempolvar sus siempre útiles cajas grandes y con paciencia procede a introducir los generosos donativos, pudiéramos decir que el gorrero de Armando Amengual posee su peculiar gazofilacio. Por ello procede, ante la vecindad de un evento electoral, a realizar altisonantes afirmaciones, tal vez avalado por la descomunal votación de 2145 sufragios alcanzados en los últimos comicios regionales de noviembre del 2021, que por cierto representó un icónico (0,2%) de la votación global en nuestra entidad federal. Pero Armando es otro donde la memoria no es precisamente una de sus mayores virtudes. Cómo poder olvidar su formal visita a la residencia oficial, como producto de sus imploraciones para salir al encuentro del mandatario regional y poder hacerle algunas impostergables solicitudes. Amengual ingresaba al formal recinto y raudamente tomaba privilegiada posición para que no perdiera ni vigor, ni entusiasmo sus atormentadas peticiones. Pero al contrario de la exaltada conducta de Francisco Bello, Amengual no traía en sus abultadas alforjas solicitudes para aplacar cualquier necesidad personal, sino que procedía a explayar que varios miembros de su entorno familiar fueran beneficiados designándolos como importantes proveedores de materiales de construcción y sobre todo de pintura. Amengual se adhería a la filosofía consagrada por el cantautor panameño, Rubén Blades quien a través de sus melodías nos aleccionaba “Que con Dios conectando a uno, conecta a diez”. Culminaba la reunión y un perplejo Armando Amengual buscaba alguna respuesta en cualquier rincón de la residencia. Pero nadie le daba orientación sobre lo que ocurría. Simplemente allí se descubrió la verdadera cualidad de aventajado parasito de este incurable gorrero. Ni siquiera le fue obsequiado aquel presente que aún conserva celosamente el “Gordo” Bello, aquellos voluminosos bultos de alimentos para saciar el voraz apetito de cualquier can. En fin la imprescindible y nacional Perrarina. Y esa es la verdad.

Por César Burguera
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde