Opinión.- Nueva Valencia del Rey, o sencillamente Valencia para los amigos, una ciudad con tanta historia como almas han transitado sus calles, desde los antiguos tiempos en que el tirano Aguirre tomó la ciudad en su rebeldía por el poder, hasta los posteriores tiempos de las guerras intestinas de nuestra independencia, siguiendo a un progreso y grandeza posterior que no hemos vuelto a ver.

 
Valencia se remonta en las palabras de González Guinán al lejano año de 1547 en la pluma y el poder de Juan de Villegas, pero no será sino hasta 1555 en que coincide el universo para la fundación de una villa surcando el Lago de Tacarigua, una orden cumplida por Alonso Díaz Moreno que da el nacimiento a la Valencia del Rey.

El pequeño poblado, con la absoluta juventud de seis años, vive la tragedia del asedio de Lope de Aguirre, quien en su rebeldía por el oro y el poder toma la ciudad, dando lugar al primero de los documentos políticos, que no será el último en una historia marcada por la importancia de los grandes acontecimientos de nuestra posteridad, así como en 1812 y 1830 Valencia da su primer testimonio de un conflicto por el poder, ese donde Lope de Aguirre en su locura desconoce a Felipe II en su histórica carta.

Son varios siglos y mucha sangre la que ha corrido por las calles desde los convulsos inicios de la ciudad, y gracias a la Providencia que se encontró el camino para nuevos tiempos prósperos y tranquilos, esos donde Valencia se transformó en el núcleo industrial venezolano, una Valencia con una vida tan interesante como cosmopolita. Y aunque la luz del progreso de los valencianos se ha apagado y se ha erosionado con el pasar de los últimos tiempos y acontecimientos, la voluntad inquebrantable de su gentilicio muy seguramente hallará de nuevo el camino para atrapar la grandeza que merece por el estirpe que ostenta en la historia de los venezolanos.

 
¡Feliz cumpleaños Valencia! Faber est suae quisque fortunae