Opinión
Luis Heraclio Medina Canelón: Borburata, la madre de Valencia
"Por estos días de fin de año, hace cuatrocientos setenta y tres años, en 1549, comenzaba la génesis material de Valencia"
2 de diciembre de 2022

Opinión.-
Por estos días de fin de año, hace cuatrocientos setenta y tres años, en 1549, comenzaba la génesis material de Valencia: un grupito de 40 soldados, 5 mujeres y 70 indios comandados por Pedro Álvarez habían salido de El Tocuyo el 20 de Noviembre y atravesaban los inhóspitos parajes que separaban El Tocuyo de las costas septentrionales de la provincia de Venezuela con la misión de poblar la ciudad de “Nuestra Señora de la Concepción del Puerto de Borburata” que había sido “fundada” por Juan de Villegas el 27 de Febrero de 1548.
 
Pero debemos aclarar que esta “fundación” era más un acto jurídico que el establecimiento real de una población. Villegas había decretado la “fundación” con el protocolo español de costumbre. Seguramente cortaron un tronco y lo clavaron en el medio del lugar y allí el capitán con su espada en mano “tomó posesión” del lugar y le dio su nombre. En el lugar dejaron a unos cuantos esclavos para que prepararan siembras y acondicionaran el terreno y Villegas con su gente regresaron al Tocuyo, luego de hacer tratados de amistad con los caciques más importantes de todas estas regiones: Patanemo y Nagoanagoa.

Luego de eso es que Villegas ordena a su subalterno, que vaya a poblar efectivamente. Pedro Álvarez y su expedición llegan a Borburata y empiezan a poblar de hecho la ciudad. Villegas regresa a principios de 1551 y nombra el primer cabildo, con Pedro Álvarez y Virgilio García como alcaldes (en el antiguo cabildo hispano había dos alcaldes en cada ciudad) con lo que queda definitivamente formalizada la ciudad desde el punto de vista legal.
Por la mansedumbre de las aguas de su bahía se convierte en el puerto más importante de la Provincia de Venezuela; por aquí entraban todas las personas, todas las mercancías y todo el ganado que llegaba a Venezuela (tampoco era mucho, unos pocos barcos al año, muy pocos). En Borburata quedaba la sede de la Real Hacienda y sus funcionarios controlaban todo lo que entraba y lo que salía, especialmente el oro que se llevaba a Europa.
Aquí debemos aclarar que la Borburata de aquellos días no es la misma de hoy; la actual se encuentra casi dos kilómetros tierra adentro, al pié de la serranía de la costa, mientras que la antigua estaba prácticamente a orillas del mar.
 
Pero Borburata tenía dos grandes defectos: el primero era su clima y su tierra, considerados insano el primero, y la tierra poco productiva, que no se prestaba para el pastoreo del ganado vacuno, que era de los principales intereses de los colonos. Por otra parte, la principal ventaja que tenía, es decir, su puerto natural, era también su principal inconveniente, ya que facilitaba la llegada de buques de países enemigos. La corona española no permitía comerciar con otras naciones, por lo que los buques franceses, holandeses e ingleses venían a intercambiar mercaderías con los locales a manera de contrabando. Hay referencias de que los lugareños y los valencianos acostumbraban a negociar ilícitamente con los extranjeros, pero cuando el gobierno colonial impuso mayores restricciones los contrabandistas pasaron a realizar actividades de piratería y pillaje en contra de Borburata, a la que no dejaban en paz.
 
Estas dos circunstancias adversas llevaron a que uno de los principales vecinos de aquel pueblo, Vicente Diaz, se llevara su enorme familia (esposa, hijas e hijos, yernos y nueras) y su ganado al otro lado de la cordillera, donde fundó un próspero hato, en un lugar donde había fértiles tierras, con mucha agua, clima benigno y alejado de las acometidas de los piratas. Díaz fue animando a otros colonos a que le acompañaran y los entusiasmó regalándoles ganado. Así poco a poco el hato fue creciendo y convirtiéndose en un poblado. A ese pueblo se le llamaría más tarde “La Nueva Valencia del Rey”.
 
Los valencianos debemos recordar a aquellos pioneros que fundaron nuestras ciudades: Juan de Villegas (tatarabuelo del Libertador), Pedro Álvarez y Vicente Díaz, los forjadores de nuestros pueblos, nuestros padres fundadores.
 
Por Luis Heraclio Medina Canelón
M.C. de la Academia de Historia del Estado Carabobo 
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde