Opinión
Crimen en Pechineida: "Clavito" Cariño y "La Catira" amoldoni
El macabro hallazgo en la Trigaleña de un cadáver dentro de un automóvil dio origen a uno de los casos más truculentos en la historia
19 de noviembre de 2022
Opinión.- El macabro hallazgo en la Trigaleña de un cadáver dentro de un automóvil dio origen a uno de los casos más truculentos en la historia criminal de Valencia, una historia de muerte, sexo, drogas que nada tiene que envidiar a cualquier película del cine negro: Se trataba del joven Iván Alcalá Martínez, encontrado dentro de su propio automóvil, muerto a balazos y con signos de terrible tortura y ensañamiento: a la víctima, amarrada de manos, le habían insertado clavos, y le habían inyectado algunas sustancias en varias partes de su cuerpo, presentaba cortaduras, pérdida de dientes, un puñal clavado en un ojo, un clavo en la sien derecha, se le había inyectado en diversas partes del cuerpo yodo, alcohol y acetona y para rematar, un cartel que decía: “Por ladrón, traidor, delator y homosexual”.

Las primeras hipótesis evaluadas por los investigadores manejaban el crimen pasional o venganza personal, porque los ensañamientos como el de este caso son típicos de los delitos que vinculan a los sentimientos más arraigados en el victimario. Se especulaba también que podría tratarse de “sectas satánicas” o asunto de drogas.

En el transcurso de las primeras investigaciones se pudo determinar que la víctima había sido amenazada por el padre de su exnovia, la chica conocida como “la catira Amoldoni”.

Por lo que se convirtió en el primer sospechoso. También se determinó que “la catira” había sido la última persona que lo vio con vida. Se fueron hilando los cabos y apareció el amante de “la catira”, el personaje conocido después como “clavito” Cariño. También se determinó que el joven muerto era consumidor de drogas y participaba en orgías y aberraciones, lo que supuestamente llevó al rompimiento con su exnovia, la catira y la enemistad con el padre de la chica, a quien los investigadores detuvieron preventivamente, en vista de las sospechas iniciales en su contra.

Pero avanzadas las investigaciones se conoció que la Amoldoni había sido visto manejando el automóvil de la víctima y después de montarles una “cacería” a la pareja de amantes (ya que se encontraban escondidos) se pudo detenerlos en el apartamento de “Pechinenda” de donde se les trasladó a la PTJ de las Acacias, donde en las primeras declaraciones se declararon inocentes, pero al ser repreguntados entraron en contradicciones y “la catira” terminó por confesar, incriminando a “Clavito”. Este, a su vez, señaló como responsable y autora intelectual y material a “la Catira”.

Las investigaciones dirigidas por el veterano funcionario y experto en técnica criminalística el comisario Douglas Ramírez Pinto, un especialista en la ciencia forense, llevaron al expediente una serie de pruebas científicas, recabadas en el apartamento de Pechinenda, tales como muestras hemáticas, rastros de drogas, herramientas, escrituras, etc., que completaron los indicios en contra de los asesinos. Finalmente, las pruebas de ATD (activación de trazas de disparos) en ambos indiciados dieron positivas, es decir, tanto Cariño como Amoldoni hicieron los disparos en contra de Martínez. Por cierto, que las pruebas de drogas resultaron negativas para los criminales y positivas para la víctima.

A la final, tanto Cariño como Amoldoni fueron condenados. Pese al crimen tan horrendo que habían cometido, la sentencia fue más bien leve, les aplicaron varias atenuantes y se olvidaron de las agravantes, más aún, las penas les fueron rebajadas a ambos “por su buen comportamiento dentro del penal”. Pero el día que “Clavito” debía recobrar la libertad, fue visitado por varios presos, que le dieron una paliza y lo colgaron de una viga.

El castigo que no le dio la ley se la dieron los presos. Así es la vida. La “catira” se graduó de contador público en la UC y está libre.
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde