Opinión
Luis Heraclio Medina Canelón: Hacia el Bicentenario de la Toma de Puerto Cabello
"Este próximo 7 de noviembre celebraremos el 199 aniversario de la toma, punto final de la guerra de independencia"
4 de noviembre de 2022
Opinión.- Este próximo 7 de noviembre celebraremos el 199 aniversario de la toma de Puerto Cabello, punto final de la guerra de independencia. A partir de entonces estaremos en el año bicentenario de tan importante fecha. Ésta es una fecha clave desde el punto de vista histórico para toda Venezuela, pero especialmente para nosotros los carabobeños. Esperamos que toda la sociedad carabobeña y particularmente sus instituciones, tales como las Academias y la universidad sean incorporadas al bicentenario. Ante todo, es una fecha carabobeña y debe ser celebrada con los carabobeños.
Para 1823 el enclave español de Puerto Cabello constituía una amenaza: servía de base para ataques a tierra firme; de allí partieron varios contingentes realistas que trataron de reconquistar espacios en el occidente y en los llanos. Muchos creen que luego de Carabobo no se combatió más, pero no es así; después del triunfo de Carabobo salieron desde Puerto Cabello unidades realistas para tratar de tomar Valencia y los llanos, produciéndose combates en Naguanagua y Cojedes. Igualmente aseguraron posiciones en el occidente del país.

Existía el temor de una nueva fuerza expedicionaria que viniera desde Europa para restablecer el dominio español y el puerto era un punto clave para lograr esta incursión. En Europa España pedía colaboración de las otras potencias, en lo que se pretendía llamar la “Santa Alianza” para recuperar sus dominios en América.

Pero para entender la acción que celebramos en estos días hay que saber cómo era aquel Puerto Cabello, muy distinto geográficamente hablando al que conocemos hoy, ya que durante el siglo XX se modificó mucho el panorama: se ganaron al mar importantes lenguas de agua que rodeaban a la antigua ciudad que llamaban “puente adentro” o “la ciudadela” y que estaba por lo tanto aislada y separada de los arrabales o “puente afuera”. Aquella ciudad “puente adentro” estaba también protegida por una serie de fortificaciones o “baluartes”, varias murallas y estacadas y un foso inundado de unos dos metros de profundidad. Esta parte estaba separada de los arrabales por un puente levadizo. Hoy no existen esos baluartes, ni las estacadas y las zonas que estaban sumergidas y llenas de manglares han sido drenadas, rellenadas y urbanizadas.

Entonces, en 1823 era casi imposible penetrar en la ciudadela, rodeada por agua, manglares y fortificaciones.

Más allá, y separado de la ciudad, está el Castillo San Felipe.

Existe en mucha gente la errónea creencia de que en noviembre de 1823 Páez con sus llaneros asaltó el castillo San Felipe, pero eso es una fábula que proviene de los artistas autores de los escudos del estado Carabobo y del municipio Puerto cabello, donde representan una fantasía de llaneros a caballo asaltando el castillo. Eso no ocurrió jamás.

Lo que pasó en realidad es que Páez asedió a Puerto Cabello por bastantes días, logrando tomar posiciones, entre ellas capturó el Fortín Solano y algún otro baluarte. También logró cortarle el suministro de agua que le llegaba por el río que fue desviado, dejando al poblado sin agua y con las provisiones escasas.

Así las cosas, los republicanos obtienen, la precisa información de cómo llegar hasta la ciudad atravesando el manglar por una senda, donde si bien el agua les llegaba hasta el pecho, no era más profunda que eso. Con esta valiosa información Páez evitaría un asalto frontal que causaría muchísimas bajas, y podía tener un resultado incierto, y podría más bien intentar un ataque sorpresa, por un ángulo dónde no lo esperarían, en lo que hoy llamaríamos una “operación tipo comando”.

Y es así, como la noche del 7 al 8 de noviembre unos 500 soldados del batallón “Anzoátegui” y el “Regimiento de Lanceros”, que eran de caballería, pero iban a pie, luego de avanzar por el agua por cuatro horas, sorpresivamente tomaron por asalto las posiciones del enemigo y en media hora habían coronado la victoria. En horas de la mañana, el comandante de la guarnición Sebastián de la Calzada se rinde ante las tropas de Páez.

Ahora bien, si bien el poblado estaba tomado a sangre y fuego, no ocurrió lo mismo con el castillo. Allí su comandante el coronel Manuel Carrera y Colina tercamente trata de resistir, en la esperanza de que pudieran llegar apoyos por mar, pero el día 10 de noviembre propone una capitulación que Páez acepta en todas sus partes. Cinco días después derrotados, pero con honor, las últimas tropas realistas en Venezuela, con lágrimas en los ojos, proceden a arriar la bandera española con el fondo del redoble de tambores y en correcta formación y se embarcan en naves colombianas rumbo a Cuba.

Por Luis Heraclio Medina Canelón
Miembro correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde