Opinión
César Burguera: ¡Carabobo nunca se rinde!
"La pasada semana el territorio nacional fue castigado por los drásticos efectos de una tormenta tropical "
11 de octubre de 2022
Opinión.- Liderazgo y acción

La pasada semana el territorio nacional fue castigado por los drásticos efectos de una tormenta tropical que durante varios días ha transitado, con inusitada fuerza, el amplio escenario de nuestro Mar Caribe. Las secuelas de este inevitable fenómeno natural se plasmaban en varios estados del país. Carabobo no escapaba del asecho de esta calamitosa tormenta o ciclón tropical. Pero antes del arribo de la climatológica coyuntura, que producía incertidumbre y ansiedad en la población, surgía la voz y presencia del gobernador Rafael Lacava, quien con su arraigado liderazgo llegaba advertir de la cercanía de la inevitable eventualidad y que nuestra región seria como estado costero, uno de los principales objetivos del inclemente clima. Sin embargo Rafael Lacava transmitía tranquilidad, sosiego y serenidad al ciudadano a través de su insustituible retórica. Lacava aseguraba que Carabobo, ese mismo que nunca se rinde, estaba preparada para la inesperada emergencia, que el riesgo y el eventual peligro tendrían una institucional respuesta a través de la inmediata activación de todos los órganos, instituciones pertenecientes a una excepcional gestión gubernamental. Igualmente llegaba a dirigirse a ese consecuente pueblo, el mismo que le ha depositado toda su confianza. Lacava solicitaba la impostergable responsabilidad a cada carabobeño para que asumiera la exigida concientización ante este evento de fuerza mayor. Es decir Carabobo, ese mismo que nunca se rinde, conformaba con su gobernador Rafael Lacava un blindado frente para avocarse y proporcionarle inmediata respuesta a cualquier emergencia o necesidad que se produjera en este venerado territorio. Y de esa manera se producía el enérgico ingreso del impetuoso temporal a nuestras extensas costas, llegando a golpear importantes municipios, azotaba esenciales autopistas que no solo se constituyen en el terrenal vínculo entre diferentes ciudades, sino el tramo vial que garantiza el acceso con otras entidades federales. Allí aparecía comandando la réplica a lo imprevisto, un incansable Rafael Lacava, acompañado no sólo de todo un innumerable equipo de trabajo, sino igualmente con el aliento de todo Carabobo, ese mismo que nunca se rinde, realizaba un inflexible seguimiento a cualquier episodio que requeriría la urgente respuesta, salvación y alivio por parte del ejecutivo regional. Por ello Lacava se multiplicaba, se prodigaba, era su necesaria presencia en todo el estado, verificando personalmente los daños y difundir ese aguardado mensaje que todo estaba controlado y mirando a la cara del ciudadano, llegaba a expresar con absoluta seguridad “En pocas horas retornaremos a la normalidad, estamos en Carabobo, ese mismo que nunca se rinde”. Este descomunal esfuerzo y vocación por parte de Rafael Lacava quedaba plasmado en elocuentes gráficas, que narraban la exacta dimensión del absoluto compromiso del mandatario regional. Y así encontrarlo en diferentes tramos de la autopista que une a Valencia con Puerto Cabello, a su lado se podía divisar al inseparable alcalde de esa ciudad porteña, Juan Carlos Betancourt, que través del tiempo se ha convertido en un seguro aval para la continuidad del concluyente paso. Por otra parte esta dramática circunstancia climatológica, responsablemente superada por la capacidad y eficacia de un excepcional ejercicio de gobierno, logró la mayor de las calamidades, la peor de las desdichas, era nuevamente la súbita aparición de los irredentos pavosos, de los derrotados de siempre que volvieron con sus característicos gemidos y con irracional vehemencia llegaban, hasta con blanco velón en mano, fervorosamente solicitar a la providencia que todo fuera de desastre y devastación. Pero nuevamente la conocida secta de reconocidos herejes vio, a manera de celestial castigo, como sus sacrílegos deseos quedaban alojados en sus trastornadas conciencias. Es que no logran aceptar que estamos en Carabobo, ese mismo que nunca se rinde.



El etílico dúo 

Dos integrantes de esa satánica u hereje secta son el atolondrado “Deborador de Ojalata” quien imagina dirigir una supuesta asociación de columnistas y “Manolo Carreto”, quien se presenta como íngrimo coordinador e integrante de una ocurrente estructura que se conoce como Frente Amplio Venezuela, por cierto único trabajo que se le haya conocido. Lo significativo es que este aturdido dúo o íntima yunta comparten la misma agenda que los conduce a una insoportable rutina y hastío, abrumando desesperante a sus entornos familiares. Despunta el alba de cualquier día, transcurre raudamente las horas matinales, nuevamente suena, de manera estridente, el timbre de la espaciosa residencia del académico de número de la Real Academia Española (RAE), el botarate “Deborador de Ojalata”. En el umbral se encontraba “Manolo Carreto”, quien hábilmente escondía, en una oscura bolsa de papel, el añorado frasco de anestesiante licor. El “Deborador de Ojalata” ahora acicalado con un elegante “sobretodo”, se despojaba de sus características gafas, para cerciorarse de la calidad del etílico brebaje y al final exclamar con indescriptible emoción “Listo Manolo, ya son las 10 de la mañana, es la precisa hora para empezar a libar, más tarde nos esperan en el sofisticado club”. Lo que deben entender este alicorado dueto es eximirse de redactar mensajes cuando están seducidos a los designios del Dios Baco, ya que resultan incomprensibles, se debe recurrir a algún experto para descifrar esa suerte de encriptados acertijos. La pasada semana el “Deborador de Ojalata” con su oscuro “sobretodo” llegaba a colocar, seguramente imbuido en un trance etílico, “El régimen trata de sabotear las giras de @jugando. Es evidente, que ven en él un inmenso peligro para continuar en Miraflores”. Cualquiera pudiera interpretar que se trataba de una travesura, porque al investigar quien era el acechante @jugando, resultó ser un alucinante invento producto de la descoordinación muscular, esa patología que los galenos denominan como ataxia, es decir que el teclado y el adictivo ejercicio de libar “jugaron” una mala pasada al erudito “Deborador de Ojalata”. Se pudo pensar que hasta allí llegaba esa desinhibición que proporciona la ingesta de espirituosas bebidas, pero lejos de ello procedió a enfilar nuevamente contra la blanca edil, Mariela Domínguez y con signos de una preocupante intoxicación expresaba “Por mas amenazas, ataques e insultos, que reciba de la histérica, no dejare de denunciar sus irregularidades aunque sea de la oposición, no tendré compasión. No suman, solo restan”. Al finalizar la extensa jornada, la embriagada dupla se retiran trastabillando con lógicos y severos problemas de equilibrio, al tratar de despedirse llegaban a balbucear “Contertulios, sabemos que el alcohol nos hace daño, pero ya lo perdonamos”. Y esa es la verdad.




Post scriptum. La próxima entrega haremos referencia a las ocultas y desautorizadas mancomunidades.
Por César Buguera


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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde