De acuerdo al documento, el joven permaneció 1 hora y 24 minutos en la frecuencia de control, y emitió instrucciones a 43 vuelos, pese a no contar con licencia, certificación técnica ni formación profesional. Al inicio, se creyó que el incidente había durado menos de una hora.
“El evento representa una grave violación a la normativa aeronáutica, comprometiendo la seguridad operacional en el principal aeropuerto del país”, señala el texto.
La Aerocivil calificó el hecho como “intolerable bajo cualquier estándar técnico, legal o ético”, advirtiendo que la participación de una persona sin preparación generó una “exposición crítica al riesgo”.
Entre los peligros identificados están la posible pérdida de separación entre aeronaves, confusión en las tripulaciones y la eventual ocurrencia de incidentes que no hayan sido reportados.
El informe enfatiza que este tipo de conductas no puede evaluarse como un error operacional ni como una falla aislada. Por el contrario, se describe como una “violación activa” a los protocolos de seguridad y un “evento intolerable” que no requiere análisis probabilístico para dimensionar su gravedad.
Antes de que se conociera este documento, la información divulgada por las autoridades sugería que el joven solo había intervenido en las comunicaciones de tres vuelos comerciales.
Esos casos correspondían a aeronaves de Latam y Avianca a las que autorizó cambios de frecuencia, rodaje y hasta despegues, incluido un vuelo internacional hacia Argentina.
Sin embargo, los nuevos hallazgos muestran que el alcance del incidente fue mucho mayor: 43 vuelos recibieron algún tipo de instrucción emitida por el joven durante el lapso en que estuvo conectado al sistema de comunicaciones de El Dorado.
¿Quién es el joven?
El protagonista del episodio fue identificado como Juan Diego Chavarro, hijo de un controlador aéreo en ejercicio, quien se encontraba en la torre —según reveló Caracol Radio— para observar el trabajo de los profesionales como parte de su proceso de aspiración al curso básico para controladores del Centro de Estudios Aeronáuticos (CEA).
La situación se hizo pública no por un reporte interno, sino por el propio joven, quien publicó en sus redes sociales un video en el que se le veía utilizando los equipos de comunicación y dando instrucciones reales a aeronaves en operación.
El material, que rápidamente se viralizó, desató indignación en la opinión pública y encendió alarmas sobre los controles de acceso en una de las torres más importantes del continente.