“Con gran afecto, la ofrecemos por el alma elegida del Papa Francisco, que falleció tras abrir la Puerta Santa e impartir a Roma y al mundo la bendición pascual. Gracias al Jubileo, esta celebración —la primera para mí— adquiere un sabor característico: el sabor de la esperanza cristiana”, recordó León XIV en su homilía.
El domingo por la noche, León XIV ya había visitado las Grutas de la Basílica de San Pedro, donde están enterrados sus predecesores, y esta mañana presidió la Misa por el eterno descanso de las almas de los cardenales y obispos fallecidos durante el último año, una tradición que forma parte de la conmemoración de los difuntos el 2 de noviembre.
“Queridos hermanos, el amado Papa Francisco y los hermanos cardenales y obispos por quienes hoy ofrecemos el sacrificio eucarístico han vivido, testimoniado y enseñado esta nueva esperanza pascual”, expresó también el Papa León XIV.
Finalmente, manifestó: “el Señor los ha llamado y los ha constituido pastores de su Iglesia, y con su ministerio ellos —por usar el lenguaje del Libro de Daniel— han "conducido a muchos a la justicia" (cf. Dn 12,3), es decir, los han guiado por el camino del Evangelio con la sabiduría que viene de Cristo, que se ha convertido para nosotros en sabiduría, justicia, santificación y redención (cf. 1 Cor 1,30)”.