Internacional
León XIV nombra al nuevo presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores
Monseñor Thibault Verny, arzobispo de Chambéry, obispo de Maurienne y Tarentaise en Saboya, sucede al cardenal Sean O'Malley
5 de julio de 2025
Internacional.- Monseñor Thibault Verny es el nuevo presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. Pondrá su experiencia francesa al servicio de la Iglesia universal, sin dejar de lado sus responsabilidades diocesanas. Presidente del Consejo para la prevención y la lucha contra la pedofilia de la Conferencia Episcopal hasta el pasado mes de junio, ha pasado el testigo a Mons. Gérard Le Stang, obispo de Amiens, elegido por sus miembros durante la última asamblea plenaria.

Primero en la diócesis de París y luego dentro de la conferencia episcopal, monseñor Thibault Verny participó activamente en la lucha contra los abusos en la Iglesia, dedicando su tiempo a escuchar y acompañar a las víctimas, así como a la necesaria interacción con las autoridades civiles y judiciales.

Considera que su nombramiento es también una forma de reconocimiento al trabajo realizado por la Iglesia francesa con la creación de la CIASE (Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia), hasta la publicación del informe de su presidente Jean Marc Sauvé, y la creación del Inirr, instancia de reparación y indemnización.

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Thibault Verny quiere continuar la labor de su predecesor, el cardenal estadounidense Sean O'Malley, con quien ha tenido ocasión de colaborar en varias ocasiones, para arraigar una cultura de protección de las personas vulnerables. Así lo confiesa en una entrevista concedida a los medios de comunicación vaticanos.

Monseñor Thibault Verny, usted asume la presidencia de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, instituida por Francisco en marzo de 2014. El Papa León XIV lo ha elegido para suceder al cardenal estadounidense Sean O'Malley, quien, a la edad de 80 años, se ha retirado por haber alcanzado el límite de edad. ¿Cómo recibe su nombramiento?

Tres palabras me han venido a la mente y al corazón. En primer lugar, la palabra humildad ante la importancia y la gravedad de la misión y los retos que conlleva. Luego, la palabra gratitud, hacia nuestro Santo Padre, el Papa León XIV, por la confianza que ha depositado en mí; gratitud, por supuesto, también hacia el cardenal O'Malley, con quien he tenido la oportunidad de colaborar en la comisión, y por todo su trabajo. La tercera palabra es determinación para continuar y profundizar en este trabajo.

Usted tiene experiencia dentro de la Conferencia Episcopal sobre este delicado tema. Ahora podrá ponerla al servicio de la Iglesia universal.

En Francia, mi misión, primero en la diócesis de París y luego en la Conferencia Episcopal, me permitió escuchar a las víctimas y acompañarlas en su camino. Fue una experiencia decisiva. También tuve la oportunidad de trabajar con interlocutores de la sociedad civil, en particular de la justicia, con los que pudimos elaborar protocolos de trabajo que permitieron establecer una metodología. También es muy significativo poder trabajar con las autoridades civiles, además, por supuesto, de todas las diócesis de Francia.

¿Cuáles serán, en su opinión, las prioridades de la Comisión y sus prioridades para la Iglesia universal?

Pienso ante todo en los miembros de la Comisión para la Protección de Menores y en todos aquellos que trabajan en ella. Me emociona poder seguir profundizando en esta labor con cada uno de los miembros y con el equipo actual. Las prioridades serán profundizar en el trabajo ya presentado a través del informe anual, las iniciativas en los países que lo necesitan y a través de la iniciativa Memorare para acompañar a las Iglesias en la acogida y el acompañamiento de las víctimas. Próximamente se publicarán las directrices, que proporcionan las pautas para el acompañamiento y la protección de los menores. Otro punto que me parece importante será poder poner en red las iniciativas. Con demasiada frecuencia, los distintos países trabajan por su cuenta. En cambio, es necesario poder apoyarse mutuamente y compartir lo que se hace.

¿Cuál es, en su opinión, la importancia del trabajo con las víctimas y de su acompañamiento?

La Comisión no tiene la tarea de sustituir a las estructuras locales y a las conferencias episcopales. Se trata de sensibilizar a las diferentes conferencias episcopales, a las diferentes congregaciones religiosas de los distintos países, sobre la escucha y el acompañamiento específico de las víctimas. Dentro de la Comisión para la Protección de Menores, es fundamental que haya víctimas, padres de víctimas que aporten su experiencia insustituible. Me parece que debemos seguir implementando una mentalidad, una cultura, dentro de las iglesias para difundir la protección de los menores y hacer que se convierta en algo natural, tanto dentro de la Iglesia como dentro de las familias y también dentro de la sociedad.

¿Cuál es su valoración del trabajo de la comisión tal y como lo ha visto desde su diócesis de Saboya, y en particular en el clima de hostilidad, o al menos de desconfianza, por parte de una parte de la opinión pública, al que se han enfrentado la Comisión y la Iglesia?

Creo que el término «hostilidad» no es necesariamente adecuado. Yo diría más bien «exigencia». Exigencia hacia la Iglesia en lo que respecta a su misión, su lugar en la sociedad y la expectativa de una Iglesia verdaderamente ejemplar, capaz de cuidar de las personas vulnerables y, en particular, de los menores. Hay una parte de humildad que la Iglesia debe tener, el reconocimiento de la verdad para poder mirar hacia el futuro. En cuanto a todo el trabajo realizado por la comisión desde su creación, debe seguir arraigándose tanto en el panorama romano, el de la Curia, como en el panorama de las conferencias episcopales y las congregaciones religiosas. En este sentido, el informe anual contribuye a ello.

En un momento dado, se podría pensar que se había perdido la confianza entre los fieles, o una parte de ellos, y los representantes de la Iglesia. ¿Se ha llevado a cabo hoy un trabajo de reconciliación? ¿Es necesario continuar por este camino?

Me mantengo cauteloso. La confianza no se consigue por decreto. Se gana y se construye día a día. Existe la tentación de querer hablar de otra cosa, de querer pasar página. Sin embargo, el trabajo de verdad y de acompañamiento a las víctimas debe continuar. La protección de los menores sigue siendo y siempre será un tema de actualidad. Es esta la condición para que el Evangelio sea escuchado y creíble.
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VÍA NT
FUENTE Vatican News