De acuerdo a lo reseñado por los medios internacionales, señalaron que la madre era vista persiguiendo fantasmas por el bloque de pisos, mientras que la abuela salía muy raramente de la vivienda y siempre ocultaba su rostro. El propio niño no fue a la guardería ni asistía a la escuela y, según afirma, nunca salía del apartamento, solo comía pan y se bañó por última vez hace más de un año.
Los vecinos, que se quejaban de los frecuentes gritos del menor, finalmente llamaron a las autoridades cuando el niño salió al balcón y empezó a tirar platos a la calle.
Al inspeccionar el piso, los funcionarios descubrieron montañas de basura, excrementos, cucarachas y decenas de cámaras de video, mientras que en la casa no había comida, cama, medicamentos, juguetes ni otros objetos personales de un niño.
Como resultado de la inspección, fue abierta una causa penal contra la madre, acusada de trato cruel a su hijo discapacitado por "incumplimiento o cumplimiento incorrecto de los deberes de crianza de un menor por parte de uno de los progenitores", mientras que el niño fue ingresado en un centro de rehabilitación.