Aunque no había sido anunciado oficialmente, Francisco había expresado su intención de viajar a finales de mayo antes de enfermarse y había invitado al patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa y arzobispo de Constantinopla, Bartolomé I, a unirse a la visita.
El viaje a finales de mayo sería previsiblemente el primero que hará el papa León XIV y serviría para conmemorar el 1.700 aniversario del importante concilio de Nicea, convocado en el año 325 en esa ciudad romana de Asia Menor (actual Turquía) por el emperador Constantino I para acercar posturas entre cristianos.
Con este viaje el nuevo pontífice continuaría el acercamiento de Francisco con los ortodoxos en las varias reuniones que mantuvo con el patriarca Bartolomé.
El Concilio de Nicea es considerado el primer concilio ecuménico de la Iglesia católica, y fue decisivo para el futuro de la religión cristiana, al dar un marco doctrinal que perdura hasta nuestros días. Este concilio simbolizó la unificación de la fe cristiana en torno a cuestiones fundamentales, como la divinidad de Jesús, y contribuyó a la consolidación de la Iglesia Católica como una institución unificada.
El viaje de León XIV a Turquía tendría también una dimensión ecuménica, ya que fortalecería las relaciones entre la Iglesia Católica y el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla en un contexto de creciente colaboración entre las principales ramas del cristianismo.
La Santa Sede enviaría en los próximos días una delegación a Iznik, la antigua ciudad de Nicea, para evaluar los detalles del viaje y la viabilidad de realizarlo en la fecha prevista, el 20 de mayo.
Este viaje no solo tendría una relevancia religiosa, sino también geopolítica, ya que marcaría un hito en las relaciones internacionales del Vaticano.