Internacional
Lea sobre los relatos del horror cometidos por un líder religioso mexicano
Netflix recuerda la historia de Naasón Joaquín García, quien dirigía la organización La Luz del Mundo. El supuesto elegido por Dios abusaba de jóvenes
9 de octubre de 2023
Internacional.-“Me conocías desde el día que nací, desde que era una bebé, me viste crecer y se suponía que debías protegerme, pero elegiste aprovecharte de mi inocencia y robarte mi virginidad”. La voz de la mujer, rasgada por las lágrimas, con las palabras que parecen encontrar apenas un huequito para salir de su garganta, rebota en la sala de audiencias de un tribunal de Los Ángeles.

Todos, menos uno, escuchan con atención, sacudidos por la historia y el dolor de la mujer, hasta los cínicos abogados defensores quedan sobrecogidos por su relato. El único que no lo hace es el acusado, Naasón Joaquín García. Un líder religioso mexicano que abusó sexualmente de decenas de sus fieles cuando eran muy jóvenes.

Otra de las víctimas dijo: “Jamás me imaginé que el lugar en el que más segura me sentía, o en el que supuestamente más segura tendría que estar me iban a pasar las cosas más terribles”.

Una imagen habitual unos pocos años antes. El lugar está repleto. Es una mezcla de sala lírica con templo religioso y algunos toques de un teatro de revistas. Hay mucho lujo, mucho dorado, mucho brillo. Un ambiente kitsch en el que miles de personas vivan a su líder. El hombre saluda con fervor y decisión. Parece un candidato político pero es un líder religioso. Naasón Joaquín García es el Apóstol, el Embajador del Reino de los Cielos, el elegido por Dios para comandar la Iglesia de La Luz del Mundo (el nombre oficial es La Iglesia del Dios Vivo Columna y Apoyo de la Verdad), un culto que según quienes la manejan cuenta con más de cinco millones de seguidores y 15 mil templos en más de 58 países en los cinco continentes.

La familia al frente de La Luz del Mundo

Es el tercer miembro de su familia que dirige la iglesia, que está en la cima de La Luz del Mundo. Abuelo, padre e hijo. El Apóstol, el líder de la organización, según ellos, es directamente señalado, elegido, por Dios. Acaso por casualidad durante tres generaciones los buscó en la misma familia para que lo representaran en la Tierra.

Naasón Joaquín García está en prisión hace cuatro años. Le quedan todavía casi otros 13 bajo las rejas. El año pasado se declaró culpable ante un tribunal de Los Ángeles. Los delitos: abuso sexual, trata, pedofilia, violación, pornografía infantil. Naasón García aprovechaba su posición para abusar de adolescentes que integraban su comunidad.

Pocos días atrás, el caso de los abusos en la Iglesia de La Luz del Mundo perpetrados por sus líderes desde hace tres generaciones regresó a la discusión pública gracias al estreno en Netflix del documental de casi dos horas de duración “La Oscuridad de la Luz del Mundo” en el que, además de contar con material de archivo, se pueden escuchar los testimonios estremecedores de algunas víctimas y las endebles defensas de los que quedaron a cargo de la organización.

La Iglesia de La Luz del Mundo fue fundada en 1926 por Eusebio Joaquín González. La dirigió hasta su muerte en 1964. Su sucesor fue uno de sus hijos, Samuel Joaquín Flores que estuvo al frente hasta 2014. En los años de Flores la organización tuvo una enorme expansión. A la sombra de Samuel Joaquín, se movía Naasón, su hijo. Naasón se encargó de la creación de medios para expandir la iglesia, el alcance del mensaje y los negocios. Los fieles debían dejar el diezmo y además hacer contribuciones especiales cada vez que acudían al templo.

En 2014, la salud de Samuel Joaquín decayó. Cuando Samuel su estado ya fue inocultable, no le revelaron a los feligreses qué mal lo aquejaba pero sí les remarcaron que la causa de la enfermedad eran los pecados de ellos. Tras su muerte, nadie dudaba que Naasón sería su sucesor, pero hubo que esperar a que ocurriera la revelación, a que Dios lo señalara. Nadie sabe a quién le dio la noticia, pero sí que fue encumbrado como Apóstol una semana después de la muerte de su padre. Se dedica a recorrer el mundo y a visitar a los fieles de los diferentes países, aumentando sus contactos con el poder político mexicano y levantando el perfil.

En 2019, en ocasión de los 50 años de Naasón, se realizó un gran acto homenaje en el Palacio de Bellas Artes de México, la sala más importante y prestigiosa de la capital mexicana. Estaba repleta. Naasón en el palco principal y en los otros palcos y en las plateas, los hombres más poderosos del país azteca: políticos, legisladores, millonarios, empresarios, celebridades.

Empujado por el entusiasmo del reconocimiento, por la soberbia y la impunidad, Naasón Joaquín comenzó a pensar en lanzarse para algún cargo electivo. La ilusión no duró. A las pocas semanas fue detenido en Estados Unidos.

La sucesión

El líder de La Luz del Mundo se autotitulaba Apóstol de Jesús, embajador del Reino de los cielos. Nadie se cuestionaba, en la comunidad, que El Apostol –Naasón, su padre o su abuelo- es elegido por Dios. Hacerlo es un pecado (muy) grave. Eso le daba un gran poder sobre los feligreses que sentían devoción por él.

En cada hogar de los fieles de La Luz del Mundo había un gran retrato del Apóstol. Esa imagen presidía esas casas. La mirada del líder siempre estaba presente.

Si alguien tiene comida, si alguien tiene techo, si alguien tiene trabajo o una familia que funcionaba bien, no es por ellos mismos, sino por el apóstol y por su intercesión para que sus fieles puedan disfrutar de esas cosas o beneficios.

Las mujeres de la comunidad usaban vestimenta –tal como la llamaban ellas- “honesta”: faldas largas, remeras y blusas holgadas, también con mangas largas. Nadie podía decidir por sí mismos qué estudiar, dónde vivir, con quién casarse.

De pronto los llamaban y les informaban que en 5 días, una semana se iban a casar con otro miembro de la comunidad. Alguien que en la inmensa mayoría de los casos, no conocían. Los citaban a una ceremonia colectiva en la que el Apóstol casaba a varias decenas de parejas que ese día se veían por primera vez. El líder era el que decidía la conformación de las parejas.

Había un grupo más cercano al Apóstol. Eran Los Incondicionales. Por lo general chicos y chicas muy jóvenes.

Trabajar para él era considerado una especie de bendición. Era otro modo de estar más cerca del cielo. La gente, y en especial las mujeres, se peleaban para trabajar para él. Eran las elegidas, las bendecidas para servir al Apóstol. Cuando las reclutaban, sin mayores especificaciones, les remarcaban que había que servirlo en todo.

Primera denuncias

Las primeras denuncias fueron a mediados de los años noventa. El señalado fue Samuel Joaquín García, el anterior Apóstol, el padre de Naasón. Todo empezó con un informe televisivo y luego pasó a la justicia. La policía allanó el templo y hasta interrogó a Samuel Joaquín. Pero la causa sucumbió ante las presiones de los poderosos y del dinero. A las víctimas se les sumaba otro problema: las familias las rechazaban, les parecía inconcebible que denunciaran a líder, que dudaran de su santidad.

Los primeros acercamientos siempre eran parecidos. Naasón o su padre le señalaban a una mujer de su confianza, a uno de sus secretarias personales, alguna chica que les gustaba del grupo de Los Incondicionales. Ellas se encargaban de acercarla. Lo primero que decían era cierto e irresistible: “El Apóstol se ha fijado en ti. Tiene interés en conocerte”. La condición era que se tenían que olvidar de ellas mismas, privilegiar al líder. Y nunca dejar de tener presente que lo que les sucedía era una bendición.

Había un segundo nivel. Esas mismas chicas eran subidas un nivel, en la intimidad del Apóstol. La secretaria personal les informaba que eran elegidas para brindar un servicio mayor al Siervo de Dios. La clave era el énfasis que la reclutadora ponía en “elegidas”. Era un honor absoluto. Era una bendición.

Dos modus operandi 

La mecánica de la previa del primer encuentro variaba. Pero había dos modus operandi que solían repetirse. A las elegidas las introducían en la habitación del líder en medio de la noche y las dejaban solas a la espera de que él ingresara, por lo general, desnudo. 

El otro mecanismo era que junto a uno de sus secretarias personales, una de sus reclutadoras, lo bañaban, lo masajeaban (la más experimentada le enseñaba a la otra cómo hacer cada una de las actividades: las cosas había que hacerlas cómo le gustaban al líder), hasta que ambas iban quedando desnudas y el líder desfloraba a la adolescente. A veces, ese paso no se daba el mismo día del primer baño, sino al siguiente. La secretaria para convencerla le preguntaba a la chica cuán agradecida estaba con el Apóstol. 

La chica, previsiblemente, respondía que muy agradecida. La otra mujer enfatizaba que era más que eso, que le debía todo al Apóstol y que debía entregarle lo más preciado que tenía: su virginidad, nadie la merecía más que el Embajador del Reino de los Cielos. Después de cada primera vez, se repetía un rito: la secretaria frotaba un pañuelo o la misma sábana entre las piernas de la chica para mostrarle al líder, como un trofeo, la sangre que probaba la pérdida de la virginidad. El líder, satisfecho, asentía con un leve movimiento de cabeza.

Relatos del horror

Estas adolescentes sentían adoración, idolatría, por el Apóstol. Después de la primera relación sexual les decía a las chicas que ellas no podían tener novio, porque él era su novio especial. Ese estado duraba unos años. Cuando crecían, cuando se acercaban a los 20 años, las sometía a los casamientos compulsivos que eran norma en la comunidad y él reclutaba nuevas adolescentes para servirse sexualmente de ellas.

Alguien en el documental dice que el código penal y los preceptos religiosos de la Biblia son para que los cumplan los fieles, el Apóstol está por encima de ellos, no fueron escritos para él sino para los pecadores.

Pero Naasón Joaquín iba con frecuencia a Los Ángeles. Allí descansaba, no predicaba. Sus fieles lo sabían y no se oponían. Les parecía natural y hasta justo: trabajaba tanto por ellos, estaba tan atribulado por los pecados de su grey que merecía ese descanso. Allí también tenía su equipo de jóvenes asistentes de las que abusaba. Eso marcó el comienzo de su caída.

Primero hubo algunas denuncias anónimas en Reddit. Cuando se difundieron fueron decenas de mujeres las que se animaron a brindar su testimonio. La justicia norteamericana tomó notó y en una de sus visitas a Los Ángeles lo detuvo. Ahora iba a descansar en prisión.

Al principio Naasón creyó que sus millones de dólares y sus contactos lo harían salir indemne. Pero la situación era demasiado grave. El juez fijó una fianza de 90 millones de dólares. Sólo para tener perspectiva: la de Jeffrey Epstein había sido de 10 millones.

Contrató abogados muy caros, especialistas en dar de baja pruebas, en poner trabas a los procesos. Los letrados lograron postergar el juicio. Pero en un momento la situación fue irreversible. Parecía inevitable que las audiencias se llevaran a cabo y que los testimonios de las mujeres abusadas y violadas se escucharan.

Además de las víctimas, también colaboraron con la investigación, las facilitadoras, las mujeres que oficiaban de secretarias de Naasón y que le acercaban y preparaban a las adolescentes; estas mujeres habían sido abusadas años antes por el padre de Naasón y otros miembros de la organización.

Se le imputaban casi todos los delitos de índole sexual contemplados por el ordenamiento norteamericano: abuso, pedofilia, violación, trata, pornografía infantil. La pena podía ser de más de 100 años de prisión. Los hábiles defensores lograron llegar a un acuerdo con la fiscalía. Recibió una pena de prisión de 16 años y ocho meses de prisión tras declararse culpable en tres de los cargos.

Uno de los momentos que mayor conmoción provoca en La Oscuridad de La Luz del Mundo, el documental de Netflix, es el que muestra la audiencia del cierre del juicio penal realizado a Naasón Joaquín García. Las víctimas durante toda la investigación y acusación habían protegido su identidad bajo el nombre de Jane Doe (mote genérico utilizado con frecuencia). Lo hacían para evitar las amenazas y presiones de otros miembros de la iglesia, para que sus familias no lo supieran y para evitar el escarnio público. 

Horas antes de esta audiencia se enteraron de que la defensa había llegado a un acuerdo. Naasón se declararía culpable de tres de los cargos presentados a cambio de pasar 16 años y 8 meses en prisión, una pena leve si se tienen en cuenta casos similares y la gravedad de los delitos involucrados (por ejemplo, Keith Raniere, líder de NXIVM, fue condenado a 120 años de prisión). 

A las víctimas la noticia les produjo con desilusión y dolor. Antes de que se produjera el cierre, las cinco mujeres podrían hablar en el tribunal, frente al juez y frente a Naasón. Se escucha la voz de ellas (la cámara no las enfoca, su presencia está fuera de campo) hablándole directamente a Naasón y pidiéndole al juez que no aumentó la condena. 

Los testimonios estremecen, desgarran. La voz quebrada, el dolor genuino y muy vivo, sin cicatrizar. Las mujeres le dicen a Naasón, que nunca gira la cabeza para mirarlas, que solo pestañea desaforadamente, que él les robó la confianza, la inocencia, que él se aprovechó de ellas cuando tenían 14 o 15 años, que ellas lo miraban con devoción y él las había violado.

“La gente cree que pudimos haber dicho no, pero no entienden que decirle no al Apóstol era imposible”, dijo una de las mujeres. Otra le recordó: “No sos un dios. Me violaste una y otra vez. Una y otra vez”. Una tercera le dijo: “Naasón… ¿o tengo que decirte ‘Tío’? Así me pedías que te llamara mientras me violabas”. Jane Doe IV expresó: “Yo no di mi consentimiento para tener sexo con Naasón, sino que se me convenció de que entregarle mi virginidad sería mi salvación”.

El juez, después de los cinco testimonios, tomó la palabra. Les dijo a las mujeres que habían sido escuchadas, que el mundo ahora conocía sus historias y que Naasón había estado obligado también a oír lo que ellas tenían para decir, el recuerdo de los abusos y violaciones. Agregó también que no podía hacer nada por cambiar los términos del acuerdo entre la defensa y la fiscalía: “Tengo las manos atadas.

 Los abogados hicieron lo que suelen hacer: cosas de abogados”. A Naasón lo miró con desprecio y le dijo que era un depredador sexual y que la pena la cumpliría por completo en prisión, que no podría salir ni un día antes.
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VÍA NT
FUENTE Infobae/Matías Bauso