Braian Nahuel Paiz, el camarero acusado de venderle drogas a Liam Payne rompe el silencio
“El quería que llamemos chicas para tener intimidad. Me lo pidió varias veces", confesó el joven
Espectáculos.- Desde la cárcel en la que se encuentra retenido desde enero del año en curso, Braian Nahuel Paiz, el camarero acusado de venderle drogas a Liam Payne rompió el silencio y confesó cómo era el artista en la intimidad.
Paiz conoció a Liam Payne, comentó al medio GENTE, en Cabaña Las Lilas, donde trabajaba y doble turno: "Se me acercó varias veces, siempre preguntando por el baño. Pero lo que quería era interactuar conmigo. Me pidió mi Instagram delante de su novia (la influencer)”.
“Y empezamos a hablar por una cuenta paralela que él había creado solo para eso. No tenía seguidores, nada. Nunca usamos WhatsApp, como dijeron en la causa. Siempre fue por Instagram y luego por iCloud”, continúa quien asegura que “en la fiscalía me borraron todas las localizaciones, pero tengo las capturas”, dijo el joven de 24 años de edad.
El artista británico lo habría invitado a la suite del hotel Casa Sur a la que Paiz asistió dos veces, la primera fue el 2 de octubre y la última, el 14 de ese mes, dos días antes de la muerte de Payne. Recuerda: "Quería compartir drogas y llevé lo que me quedaba (de cocaína)”.
Enseguida Braian revivió ciertas insistencia del músico sobre una idea que le estaba rondando y que posteriormente Liam concretaría con dos scorts.
“El quería que llamemos chicas para tener intimidad. Me lo pidió varias veces. Yo le decía que no conocía a nadie, que si quería las consiguiera él. No estaba en desacuerdo, pero no soy dealer ni proxeneta, sólo compartimos un rato”, aseguró al medio GENTE.
La reconstrucción de las visitas a Casa Sur
"La primera vez fue el 2 de octubre. Estuve una hora y media en su habitación. Me mostró tres temas nuevos que iba a sacar. Me hizo elegir sonidos en la Macbook y remasterizamos un beat (...) no podía creer estar viviendo un momento así", rememora Braian.
Reconstruye que el ex de Onde Direction le habló de música "de lo solo que se sentía. Me dejó usar su computadora. Me sacó una foto para dibujarme. Dibujó mis ojos, mi nariz y un poco de la boca. También me mostró un dibujo de un nene que, creo, era su hijo”.
A la segunda visita, dos días antes de la muerte del cantante, la carga emocional fue mayor. Hubo intimidad compartida, pero no sexual: "Hubo acercamiento. Me mandó fotos en contexto adulto. Me dijo que cuando estaba drogado se sentía bisexual. Y me ofreció su Rolex, pero no lo acepté”, detalla. Según Paiz, todo terminó a las 8:00 de la mañana, “Me insistió para que me quede, pero yo tenía que ir a trabajar”.
Confesó que durante las visitas a la suite de Casa Sur hubo consumo conjunto de alcohol, drogas y música. “Tomamos cinco botellitas de whisky mini y dos Coca Colas. Nada en exceso. Todo fue tranquilo”, cuenta Braian, que asegura haber bajado a planta baja para hacer el pedido. “Pero me dijeron que ellos lo subían”, continúa.
“Me preparó un whiskola en una tacita de té. Yo le contaba mis proyectos de cine (donde hizo asistencia de producción) y del videoclip en el que actué, y él me mostraba sus letras. Y creamos beats juntos”, relata el joven. Ambos se comunicaban “con un traductor” porque el músico “hablaba muy rápido”, y así era más fácil.
Sobre la acusación que le pesa
El camarero acusado de venta onerosa de estupefacientes a Liam Payne insistió en que la justicia argentina lo acusa de algo que no hizo. "Yo no le vendí nada. Compartimos menos de dos gramos de cocaína que yo ya tenía para consumo personal. No conseguí para él, no conozco a nadie que se la haya vendido. Yo no trafico. Era consumidor, nada más”, dijo Braian quien cuenta que entregó su pasaporte, su teléfono y colaboró con la justicia desde el primer minuto.
“Me presenté solo, abrí la puerta de mi casa, les ofrecí agua a los policías. Me echaron del trabajo, del lugar donde vivía, mi familia no puede más. Llevo gastados más de diez millones de pesos en abogados”, comentó.
Paiz se mostró preocupado porque su familia ya no tiene medios. Su madre, Sandra, que estudió esteticismo pero dejó de trabajar para ocuparse y visitarlo a diario, recibe donaciones de los vecinos para poder acercarle algún alimento.
"Me baño con agua fría. Me quemaron con agua hirviendo. Me pegaron con un bidón. Me quisieron electrocutar por no brindar cigarrillos. Vivo con 15 personas en una celda y me tratan como a una rata”, relató Braian.
Acerca de si recibe ayuda psicológica, señala que no, pero que después de haber sufrido un gran bajón, actualmente se encuentra “medicado con sertralina, risperidona y promacepina”. Y que recién ahora está más "tranquilo".