Tras sus derrotas frente a Floyd Mayweather en 2007 y Manny Pacquiao en 2009, Hatton atravesó años difíciles, marcados por problemas de salud mental, adicciones y pensamientos suicidas, de los que él mismo habló abiertamente. En 2012 tuvo su última pelea profesional, cayendo ante Vyacheslav Senchenko, y en 2022 disputó una exhibición frente a su amigo y también ídolo, Marco Antonio Barrera.
Hatton era padre de tres hijos: Campbell, también boxeador profesional, Millie y Fearne. Su carisma y cercanía con la afición lo convirtieron en el boxeador británico más popular de su generación, capaz de movilizar multitudes, como en 2008 cuando reunió a 55 mil espectadores en el City of Manchester Stadium.
La noticia de su fallecimiento enluta al mundo del boxeo. Hatton deja un legado de grandeza deportiva y de lucha personal, recordado no solo por sus títulos y noches épicas en el ring, sino también por la forma en que conectó con su público dentro y fuera de él.