“Bobby” Ellie fue uno de los grandes cófrades de Luis Mendoza a lo largo de su vida. El defensa que pasó a la historia del Caracas por haber marcado el primer tanto del club en primera división, nunca olvida su primer día de su carrera profesional con el Deportivo Italia en 1979.

“Luis Mendoza era una figura consagrada del país y fue el primero que me recibió y me acogió en el equipo como un hermano más". 

"Mendocita será siempre el máximo líder y jugador del fútbol nacional, era un guerrero que nunca daba una pelota por perdida y nunca se entregaba, aunque estuviéramos perdiendo diez a cero”, aseguró Ellie.

“Mendoza era el asistente de Plasencia en el Caracas Yamaha, pero a los 42 años todavía participaba con nosotros en los entrenamientos y tenía mucho fútbol. Le decíamos que jugara con nosotros hasta que un día lo convencimos. Jugó al lado de su hijo Luis Enrique y nos ayudó a clasificar al hexagonal”.

Sobre la magnitud de la figura de Mendocita, también señala otro momento marcante. “Cuando iba a jugar con el Caracas Yamaha, le entregué la banda de capitán por toda su jerarquía Pero la rechazó y me dijo que el capitán seguía siendo yo. Así era de humilde”.

Por su parte, Añor es otra de las leyendas del fútbol nacional, que brilló en la mitad del campo del Caracas y la Vinotinto con su elegancia para pisar el balón y repartir la pelota, y también vivió grandes momentos al lado del inmortal Mendocita.

“Primero quiero decirle a la familia de Luis que los quiero mucho, de todo corazón. Podríamos hablar un día entero de Luis, quien fue un apasionado del fútbol por su calidad y entrega total cuando entraba a una cancha. Fue un gran compañero, siempre fiel a sus principios, un jugadorazo. Los que tuvimos la suerte de verlo jugar saben de los que estoy hablando, y lo defino como un referente del fútbol venezolano, donde muchos seguimos sus pasos”, señaló Añor, cuyo debut en la selección nacional fue gracias al apoyo de Mendocita.

“Estábamos jugando la Copa América del 1979, él se acerca a la raya y le dice a los entrenadores y le dice: ‘Hasta cuando van a tener a este muchacho calentando. Nosotros teníamos varios meses trabajando juntos y él veía que uno entraba a la cancha y lo entregaba todo”, afirmó Añor sobre ese duelo ante Colombia en El Campín de Bogotá, tras empatar a cero con los cafeteros y 1-1 ante Chile en Pueblo Nuevo. 

El exdirigente nacional Richard Páez, considera que Luis Mendoza fue el primer “irreverente del fútbol nacional”. En una época donde los venezolanos tenían escasas oportunidades de figura en los equipos profesionales “a él le correspondió la etapa muy dura de mostrar la valía del jugador venezolano para abrirse camino en plantillas repletas de extranjeros”.

A Páez le tocó compartir escenario con Mendoza, en el fútbol nacional y en la Vinotinto, por lo que no duda en calificar a Mendocita como un líder indiscutible. “Tenía una gran personalidad como jugador. No solo era dueño de una gran calidad técnica. Luis Alfredo era un jugador muy potente y desequilibrante en pocos espacios.

Aunque era derecho, manejaba ambos perfiles y tenía una gran pegada para anotar de tiro libre”, recuerda. Pero además de su categoría con el balón, Páez también destaca su liderazgo. “Nunca daba la espalda a sus compañeros ni a los jugadores y siempre puso por delante a la selección de Venezuela por encima de cualquier interés, como cuando quedamos afuera del equipo por criticar la nacionalización de futbolistas extranjeros para que vistieran la camiseta Vinotinto para la eliminatoria al Mundial de Argentina 1978".

Finalmente, Carrero uno de los mejores mediocampistas nacionales, conserva un sin fin de recuerdos de Mendoza, de quien fue uno de sus grandes amigos.

“Luis fue un virtuoso de la amistad. Me vio jugar en el Campeonato Ibérico, cuando yo era mediocampista con Bingo y le dimos un paseo al Madeirense en la final. No quería ir al profesional, pero Mendocita me convenció de jugar con el Galicia”, señala el ahora juez de la república que también lo tuvo como DT en Mineros de Guayana y como asistente técnico de Manuel Plasencia en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980.