En la población de San Francisco de Yare, cuna de los Diablos Danzantes de Yare, se considera un curato rural y se celebra con la participación de numerosos danzantes ataviados con indumentaria de color rojo y coloridas máscaras. Los habitantes y vecinos de la zona, acuden a las ceremonias para cumplir con sus promesas, las cuales, como fiestas católicas, pueden pagarse durante toda la vida o en un determinado número de años.
Los que participan en estas manifestaciones danzan por el pueblo al ritmo de maracas, cajas, tambores o instrumentos de cuerda para espantar al maligno, hasta rendirse sumisos ante el Santísimo.
Aunque el ritual conserva su estructura esencial, con el paso del tiempo ha evolucionado, incorporando estilos de danza, música y vestuario distintivos en cada región, pero lo que une a todos los grupos es la devoción y entrega a la fe, expresada mediante la danza, la penitencia y el respeto por las tradiciones.
Actualmente esta manifestación se extiende a las poblaciones de Naiguatá en el estado Vargas, Puerto Cabello y Patanemo estado Carabobo, Turiamo, Cata, Cuyagua, Ocumare de la Costa, Chuao pertenecientes al estado Aragua, Tinaquillo estado Cojedes y San Rafael de Orituco estado Guárico.