Mar de letras: "El siglo de las luces", una obra maestra olvidada
"El siglo de las luces es un libro barroco, con una prosa fina que no escatima en el uso del vocabulario y que cuenta la historia -ficticia- de Víctor Hughes"
Cultura.- Tenía pendiente hablar sobre Alejo Carpentier; hace muy poco tiempo leí “El siglo de las luces” y todavía tengo lo suficientemente fresca esa impresión inicial que uno adquiere cuando se sumerge por primera vez en la obra de un autor.
Aunque al primero que debo mencionar es al Carpentier moderno o, al menos, al que se enmarca dentro de una modernidad que se esfueza por olvidarlo a él y a otros grandes escritores.
Conseguir este libro, que es uno de los más famosos del cubano, fue una auténtica odisea. Pregunté en todas las librerías que visité a lo largo de varios meses y las respuestas no solo eran negativas, sino que muchos de los encargados de las tiendas parecían no conocerlo. Finalmente di con un ejemplar mientras husmeaba en la “Gran pulpería de libros venezolanos”, autodenominada la librería de mayor variedad en todo el país.
Mis motivaciones para no desistir en la búsqueda de este autor fueron las mismas de las que hablé el pasado lunes: el cubano está considerado uno de los precursores del Boom latinoamericano y yo tengo una peculiar debilidad por todo lo que se escribe en esta tierra.
Así pues, abrí la polvorienta tapa de este ejemplar de unas cuantas décadas de antigüedad y dejé a la historia engullirme durante casi un mes.
Y es que Alejo no es un hombre fácil de leer, porque él concibe la literatura del mismo modo que lo hacía Faulkner, el lenguaje para ellos no solo es un instrumento con el que se cuenta la historia, sino que también puede llegar a ser un protagonista más, si se le trata con el debido cariño y respeto...
El siglo de las luces es un libro barroco, con una prosa fina que no escatima en el uso del vocabulario y que cuenta la historia -ficticia- de Víctor Hughes, un político de origen francés que llegó a La Habana en medio del revuelo que sufrió el mundo francófono a causa de la propia Revolución Francesa.
Hughes se consigue en Cuba con tres muchachos acomodados que resultaron ser parientes entre sí y a quienes supo seducir con su carácter cosmopolita. Luego van a parar a Haití, donde estalla una gran revuelta que expulsa al protagonista de la historia rumbo a Francia, junto a uno de los jovencitos.
A partir de allí se narran sus peripecias y la forma en que el poder, la riqueza y las ideas revolucionarias pueden cambiar a los hombres, muchas veces para mal.
No obstante, mi intención no es contar toda la novela, sino reseñarla brevemente...
Uno de los aspectos que me resultó cautivador fue la forma en la que Carpentier describe el Caribe y el énfasis que pone en sus ambientaciones. Las tierras bañadas por este mar sagrado, de dioses aborígenes -muy distintos a los grecolatinos del Mediterráneo- son cruciales para Carpentier, quien supo abrazar sus orígenes cubanos por encima de los europeos.
En líneas generales, este es un libro para quienes anhelan un desafío más allá de la literatura comercial, mucho más ligera y “digerible”.
Sobre Alejo puedo decir que, en cuanto a las ideas, nos ubicamos en posiciones antagónicas y que no estoy de acuerdo con su forma de ver el mundo, pero eso no me impide aceptar la trascendencia de su obra y la maestría con la que escribe.
Ojalá los autores de su talla no sean olvidados, aunque, sinceramente, tienen un panorama complicado en esta loca modernidad. Pero de eso hablaremos otro lunes...
