Y aunque Arnall no está del todo equivocado, la ciencia ha ido más allá y ha demostrado que las emociones tienen su origen en estímulos que provocan reacciones químicas en nuestro cerebro y, por lo tanto, pueden ser manejadas a pesar de las condiciones externas.
1. Ponerle nombre a las emociones
Un estudio publicado por la National Library of Medicine demuestra que el etiquetado de los sentimientos frena la actividad de la amígdala, la zona del cerebro que se activa cuando nos emocionamos. Por ello, los psicólogos recomiendan escribir o hablar sobre lo que nos sucede. Además, este hábito puede ayudarnos a tomar distancia de algunos problemas, mirarlos con perspectiva y gestionarlos mejor.
2. Socializar
Los humanos somos animales sociales por naturaleza. No podemos evolucionar correctamente sin un entorno social que nos apoye. Es por ello que dedicar unas horas al día, o incluso minutos, a la socialización es una de las claves para irnos a dormir más felices. Y hay dos teorías que lo demuestran.
3. Hacer ejercicio físico
Desde siempre se ha asociado el deporte a una mejor calidad de vida. Y es que la cita latina 'mens sana in corpore sano' ya ha sido corroborada por la ciencia en la actualidad. Un estudio de las universidades Oxford y Yale publicado en The Lancet demuestra que practicar ejercicio proporciona más felicidad que la riqueza.
4. Abrazar
El contacto físico reduce la segregación de cortisol en nuestro cerebro y ello permite que se libere oxitocina y serotonina. Un artículo publicado en la revista PLOS ONE revela que recibir o dar un abrazo se asocia con la atenuación del estado de ánimo negativo que aparece cuando experimentamos un conflicto personal.
5. Hablarse a uno mismo en positivo
Del mismo modo que las relaciones con los demás son fundamentales para desarrollar una vida feliz, el vínculo con uno mismo también lo es. Frecuentemente, y más cuando nos encontramos en situaciones en las que no nos ajustamos a nuestras propias expectativas, nos lanzamos mensajes negativos: "soy un desastre", "soy muy torpe" o "siempre me equivoco", entre otros.