Carabobo
A.D. Ramírez y la dura realidad que viven los escritores valencianos
Las posibilidades de vivir de la literatura en el estado Carabobo son prácticamente nulas
24 de abril de 2024
Carabobo.- Andrés está de pie frente a la impresora, las hojas salen una tras otra, cargadas de palabras superpuestas en el reducido espacio que permiten los márgenes. Las observa fijamente; sabe con exactitud cuánto falta para que el aparato falle y tenga que cambiar el cartucho de tinta. Nunca se lo había imaginado así, pero está imprimiendo su libro con sus propias manos...

No son pocos los escritores que se han referido al oficio literario como una labor “ingrata”. Detrás del sueño de contar historias no se oculta la promesa de una gran fortuna, y aquellos que consiguen ser reconocidos lo hacen muchas veces a cambio de enormes sacrificios. Incluso, hay quienes no llegan a ver los frutos de su propia obra, como Kafka, por ejemplo, cuyos libros fueron publicados por un amigo suyo luego de su muerte.

Estos factores, junto a la escasa popularidad de los literatos —venida a menos en los últimos años— y los diversos problemas que vive el país, han llevado a Valencia a contar con pocos escritores jóvenes. No obstante, hay un grupo que todavía resiste y que intenta reinventarse para florecer en medio de esta tormenta; tal es el caso de Andrés Ramírez, conocido en el mundo literario como “A.D. Ramírez”.

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“16 prodigios” es la saga publicada por este autor de 34 años de edad, nacido en Mérida, pero autodenominado como un valenciano más por la cantidad de tiempo que ha vivido en la capital carabobeña.

A pesar de ser uno de los referentes de ciencia ficción de la región y de haber vendido decenas de ejemplares, Ramírez vive en carne propia, día a día, una lucha que todos los artistas modernos protagonizan: enfrentarse al desinterés por la cultura y a la falta de oportunidades de rentabilizar su obra.

Escribe desde los 21 años y se preparó durante casi una década para hacer su primera publicación. En 2020, cuando se lanzó definitivamente al mercado literario, envió varios manuscritos a las editoriales que todavía se encontraban en el país. Recibió respuestas positivas sobre el contenido de su trilogía, pero las empresas le negaron la posibilidad de acompañarlo en la impresión por los altos costos operativos que tenían que enfrentar en aquel entonces.

Tras esa primera decepción, el autor meditó posibles soluciones para sacar adelante su proyecto. Entonces, se le ocurrió una idea poco habitual: él mismo haría sus libros, como si de una artesanía se tratase.

“En ese año (2020) me asocié con un amigo que trabajó en una editorial. Él hizo el diseño de la portada y se encargó del aspecto visual. Yo mismo lo imprimía en la impresora de mi casa; cortaba las páginas y lo pegaba con mis propias manos”.

Una realidad extendida

Los problemas que ha vivido Ramírez no son un caso aislado. En sus propias palabras, muchos escritores jóvenes se han visto obligados a abandonar su pasión.

Ante el panorama de un mercado editorial contraído como el carabobeño, otros han optado por probar suerte en plataformas digitales como Wattpad para darse a conocer.

“Siento que hay demasiado talento en Valencia, que no solo necesita el apoyo de los medios, sino de las mismas personas que conforman esta sociedad (...) porque así dan la oportunidad a futuro de que ese autor sea uno de los primeros de muchos que publiquen historias importantes de nuestro país”, sostuvo.

Aunque Andrés ya no hace sus libros a mano, todavía conserva la misma ilusión de la primera vez; esa misma esperanza que le hace soñar con un resurgir literario del país que le permita vivir de su pasión.
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VÍA Ángel Torres
FUENTE Editoría de Notitarde